Los representantes de la compañía Asturiana de Zinc (Azsa) y los del comité de empresa se vieron ayer en el restaurante Marqués de la Moral. La de ayer fue la tercera reunión desde el mes de octubre del año pasado. La próxima cita, en tres semanas. Mientras tanto, los trabajadores tienen que dar una respuesta a la propuesta que la compañía ha dejado sobre la mesa: un convenio de dos años, congelación salarial, cambios organizativos en la plantilla -es decir, mayor flexibilidad para los traslados de la plantilla-, aplicación de la jornada irregular de un 10 por ciento, es decir, 21 días a disposición de la empresa con cinco días de aviso previo, respetando, eso sí, las vacaciones. Además, la empresa advierte a la parte social de que el Índice de Precios al Consumo (IPC) no puede ser el valor de discusión del sueldo. Este punto es significativo, puesto que la compañía Xstrata -absorbida por el gigante Glencore- subió el sueldo en función del IPC a sus altos ejecutivos (incluido Santiago Zaldumbide, presidente de Azsa).

La compañía Asturiana de Zinc es la primera de la comarca en resultados de producción: todos los años supera su propio récord. Los costes de producción, según reconocía su antiguo propietario, son los bajos de la división de cinc. En 2012, además, vendió más de la mitad de su producción Glencore, la compañía que se acaba de transformar en uno de los gigantes más desorbitados del planeta.