C. G MENÉNDEZ

"La casa de la comunidad franciscana ha sido una casa abierta para la gente de Avilés y su entorno, una casa abierta a los atragantados, a los jóvenes y sus oraciones, a la orden seglar, a las cofradías, a la caridad y al pan de la vida, con ese sagrario abierto siempre", señaló ayer José María Cantera Álvarez, párroco de Laviana, en Gozón, durante el acto celebrado ayer en el Club LA NUEVA ESPAÑA con motivo de la despedida de la comunidad religiosa de los franciscanos.

El sacerdote, que confesó sentir "un gran dolor que invade mi corazón por la marcha de los Padres", recordó en su intervención, entre otros, a los padres "Lameda, Bóveda (inseparable del Reblinco) o Domingo (que se fue sin hacer ruido)", además de a los actuales fray Tito y Uxío", este último presente en el acto. A todos, el que fuera párroco de Versalles dio las gracias para, a continuación, ofrecer con exhaustivo detalle la presencia de religiosos en el Arziprestazgo de Avilés. Para ello, hizo referencia a un libro del padre Garralda en el que recoge cómo en el siglo XVII, "Avilés vivía un encharcamiento clerical ya que en 1616 había 65 curas".

De esta fecha, José María Cantera dio un salto hasta 1894, año en el que el número de sacerdotes descendió a 46 y, en 1968, la cifra se situaba en 41 (con una media de 48 años).

En cuanto a la evolución de la comunidad frasciscana que llegó a la ciudad en el siglo XIII para instalarse en lo que hoy es la iglesia de San Nicolás de Bari, Cantera señaló que en 1970, la comunidad contaba con ocho frailes. Mañana, fiesta de San Francisco de Asís, el convento desaparece con una misa en la que participa el arzobispo de Oviedo y "deja una huella muy profunda", apuntó.

Pero con la marcha de los dos últimos frailes, el párroco de Laviana, en Gozón, destacó que no se agota la presencia franciscana en Asturias, ya que existe una comunidad de Capuchinos en Gijón, las Clarisas de Villaviciosa, Nuestra Señora del Buen Consejo (en el Seminario), Las Pastoras (con un hogar en Cangas de Onís y una residencia en Llanes, o las Terciarias Capuchinas, que atienden el Albergue Covandonga en Gijón.

Los franciscano abandonan Avilés pero dejan "memoria, escuela y taller", resaltó José María Cantera al reconocer que esta comunidad "me marcó tremendamente" desde la infancia en su Pravia natal, donde las monjas de Nuestra Señora del Buen Consejo, que abandonaron la localidad tras cien años de presencia en ella, "fueron evangelios vivientes". A ellas tuvo un recuerdo especial así como a las cuatro que se encuentran en el Seminario y "que han sido madres de todos los curas que se han formado allí", manifestó.

Las palabras del sacerdote de Laviana estuvieron cargadas de emoción y agradecimiento hacia los franciscanos. "Hemos recibido muchas dosis y mucha píldoras de franciscanismo, pero ahora es hora de crecer sin él", señaló. Y se dirigió a fray Uxío, que se encontraba entre el público, para decir: "Podéis marchar orgullosos" ya que, añadió: "la casa de Avilés ha sido una escuela de oración y alabanza, de encuentro con Dios para mucha gente, y una escuela de amor". Y concluyó: "ha sido una casa de contemplación y la casa de la configuración con Cristo".

La exposición del sacerdote estuvo acompañada de la de Rufino Arrojo, hermano mayor de la cofradía Jesús de la Esperanza, que calificó de "circunstancia triste y penosa para Avilés, sobre todo en lo religioso", la despedida de los franciscanos. Arrojo hizo un repaso a la historia de la comunidad en la ciudad y expuso cómo su primer convento, llamado de San Francisco del Monte, en el siglo XIII, se encontraba fuera de las murallas y no existían entonces ni el palacio de Ferrera ni el edificio hoy sede del Ayuntamiento. "Fue uno de los primeros conventos franciscanos de España y llegó a acoger hasta 17 frailes que regentaban un colegio", recordó. De aquel edificio, todavía se conserva hoy en día parte del claustro, añadió.