"ReMine, el último movimiento obrero", la ópera prima del gijonés Marcos Martínez Merino, pasó ayer su prueba de fuego, el examen del público asturiano. Merino llegó al Centro Niemeyer con la estatuilla obtenida el sábado en el XI Festival de Cine Europeo de Sevilla. Pero para premio el que le ofrecieron las casi mil personas que siguieron su estreno asturiano. La ovación sobrevino al último fotograma, se prolongó durante los títulos de crédito y todo el auditorio del Niemeyer acabó en pie. "ReMine" triunfó también en casa.

El periodista de LA NUEVA ESPAÑA José Luis Argüelles entrevistó al director novel tras la proyección de la película documental que narra las protestas mineras de 2012, una historia de "honor, orgullo y dignidad", "un pequeño milagro del nuevo cine asturiano y español". La primera pregunta no podría ser otra: ¿Se ha convertido la minería en la última trinchera del movimiento obrero? "Creo que es el último movimiento obrero que queda vivo de los surgidos durante la Revolución Industrial. Este comportamiento levantó el estado de bienestar en toda Europa y hoy solo queda esta pequeña aldea gala en Asturias. Espero que no sea el último, confío en que se reinvente", señaló Merino.

"ReMine" es "una película de emociones". "Todos tenemos ese pasado, aunque no seamos de la Cuenca (Minera)", señaló el gijonés, que ve en su cinta la "historia universal sobre la dignidad de los trabajadores". Precisamente ese fue uno de los retos de su trabajo documental: que el público de los distintos países donde se visionase "ReMine" comprendiese su significado. Y los primeros pases le hacen ver que ese reto está conseguido.

Merino escuchó ayer reír por primera vez al público. "El humor es particularmente asturiano. Tenemos un humor distinto", señaló. El director, licenciado en Comunicación Audiovisual y que trabajó durante años en la sección de Economía de Informativos de Telecinco, destacó la "ternura y pureza" de los personajes, el alma de su obra. "Para contar una historia hay que entenderla y respetarla, no juzgarla (...) ReMine es una historia antropológica, no política, enseña las emociones de la gente. No es una historia que contamos, sino que enseñamos (...) Y el montaje es el mayor reto, la creación del personaje colectivo para que ningún personaje destaque sobre el resto".

Argüelles sacó a la palestra el "caso Villa". El histórico sindicalista aparece en el momento en que los últimos mineros encerrados en el Pozu Santiago salen a la superficie. Una niña, hija de uno de los encerrados, aparta de su camino a José Ángel Fernández Villa de un codazo. El montaje de la cinta se produjo un año antes de que saltase el escándalo en Asturias sobre la "fortuna" del exdirigente sindical. El mensaje es lo que parece: toca dejar a un lado 30 años de dirección sindical. "Me preocupa que (el escándalo) sirva para reducir aún más la autoestima ya tan baja de esa gente, cuando la película pone en valor la lucha de los mineros por encima de los comportamientos individuales", dijo el director.

El público también tomó la palabra. Hubo críticas al Festival Internacional de cine de Gijón (en el que "ReMine" no tiene hueco), pero sobre todo hubo palabras de agradecimiento. En las butacas del Niemeyer había mineros, familiares, sindicalistas. Todos trasladaron la enhorabuena al gijonés. "El pico y la pala nunca acojonaron a unos paisanos", dijo uno. "Que no quede un sabor agridulce y que seamos capaces de reinventarnos", dijo una señora en nombre de las Mujeres del carbón. Y todos los que tomaron el micro dijeron a Marcos y Marta: "Gracias, muchas gracias".