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Jaque a la industria del aluminio

La larga incertidumbre de los trabajadores de Alcoa

El encarecimiento del precio de la energía, los recortes derivados de la crisis y la avería en la subestación eléctrica de 2010 han mantenido en vilo a la aluminera en los últimos años

La larga incertidumbre de los trabajadores de Alcoa

Incertidumbre. Este es el estado de ánimo que pesa sobre los trabajadores de la fábrica avilesina de Alcoa en los últimos años y que mejor describe el devenir de la multinacional del aluminio. El encarecimiento del precio de la energía (principal coste de producción de la planta), los recortes derivados de la crisis y la avería de la subestación eléctrica tras las inundaciones de junio de 2010 han mantenido en vilo a la aluminera en los últimos años. En numerosas ocasiones ha salido a relucir la temida "deslocalización", pero nunca con tanta fuerza como ahora, según las fuentes consultadas. "Cerraremos las plantas de España si no hay acuerdo satisfactorio en la tarifa eléctrica", aseveró en una entrevista a este periódico en 2012 el presidente de Alcoa en España, José Ramón Camino de Miguel. El "parche" que puso entonces el Gobierno a la cuestión eléctrica se ha vuelto a despegar tras la subasta de la pasada semana y la amenaza de cierre resuena más fuerte que nunca.

Hubo un tiempo (hasta 2009) en que las industrias con gran consumo eléctrico (como Alcoa, Asturiana de Zinc y Arcelor-Mittal) disfrutaban de una tarifa bonificada (G-4) que les ahorraba problemas en la factura eléctrica. El mismo año en que expiró la G-4, la aluminera comenzó a sufrir el efecto de la crisis. Alcoa redujo en 2009 la producción de la fábrica avilesina un 20 por ciento, si bien no reguló personal de plantilla. Pero cuando el bache económico parecía salvado, el agua se llevó la recuperación de la actividad. El temporal de lluvia de junio de 2010 inundó la subestación eléctrica de las instalaciones de San Balandrán, apagándolas en un principio por tiempo indefinido. La compañía dio el primer paso para normalizar la producción el 5 de agosto de 2010 con la puesta en marcha de las dos cubas nodriza, pero no ha vuelto a recuperar la producción previa a la crisis, un promedio anual de 140.000 toneladas de aluminio.

La Unión Europea obligó a anular la tarifa G-4 porque atentaba contra la libre competencia industrial en el marco comunitario. La crisis sobrevenida en 2009 por la anulación de la G-4 la arregló el PSOE forzando un acuerdo de conveniencia entre las empresas eléctricas y las industrias afectadas por el elevado coste que les suponía comprar la luz en el mercado libre. Dicho acuerdo expiró el 31 de diciembre de 2012. Y fue ese año cuando Camino de Miguel pronunció sin pelos en la lengua la palabra "cierre".

El sector aluminero se echó a la calle el 5 de julio de ese año. Un millar de personas reivindicó la identidad industrial de la comarca avilesina frente a la delicada salud del sector. Y una nueva manifestación tomó de nuevo Avilés tres meses después, el 8 de octubre, esta vez en defensa de la industria, en general. Los manifestantes (trabajadores, sindicalistas, políticos) reclamaban soluciones para un sector herido de muerte por el desconcierto eléctrico y por la desorbitada caída de las ventas. Aquella crisis la resolvió el Ministro de Industria, José Manuel Soria, con una orden ministerial que fijaba unas retribuciones para empresas grandes consumidoras, como Alcoa. Esa "paz eléctrica" se vino abajo con un cambio de las reglas del juego por parte del Gobierno para acceder a las primas de interrumpibilidad. El mecanismo elegido: una puja de la que recelaba la gran industria y que en el caso de Alcoa ha supuesto un nuevo jaque a la competitividad de sus plantas españolas. En este tiempo la multinacional continuó recortando la producción en las plantas de Avilés y La Coruña ("Están entre las fábricas con mayores costes de producción" del entramado Alcoa, según la multinacional), cerró la fábrica italiana de Portovesme y sacó a la venta las instalaciones de Amorebieta y Alicante (la firma de inversión Atlas Holding nofificó hace unos días a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia la adquisición de sendas plantas, por lo que el proceso de venta se encuentra en la recta final).

La incertidumbre sigue y sigue en la plantilla de la aluminera de San Balandrán, que por segunda vez en apenas dos años vuelve a sentir la espada de Damocles. La factura de la luz envuelve otra vez en tinieblas la fábrica avilesina y devuelve a la actualidad industrial de la comarca el fantasma de la deslocalización.

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