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Los mimbres locales de la I+D

A la luz del conocimiento

El investigador Amador Menéndez explica a profesores de Ciencias asturianos los proyectos del Instituto de los Materiales para el aprovechamiento de la luz

Amador Menéndez, en el Centro de Estudios Universitarios de Avilés, junto a varios objetos que utiliza para la mejor comprensión de sus discursos. R. S.

La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó en su LXVIII sesión el presente año 2015 como Año Internacional de la Luz y de las Tecnologías basadas en la Luz; dicha resolución cuenta con el copatrocinio de 35 países entre los que se encuentra España. Mediante dicha decisión, la ONU quiere resaltar la importancia que la luz y las tecnologías basadas en ella tienen en la vida de los ciudadanos, en el desarrollo de la sociedad y en los retos a los que se enfrenta la humanidad. Y es que la luz, aparte de hacer posible la vida en el planeta, juega un papel fundamental en la vida cotidiana; ha revolucionado, entre otros aspectos, la medicina o la manera de fabricar productos y ha posibilitado, por ejemplo, el desarrollo de internet. Y todo, además, con la ventaja de que es gratuita.

Es por todo lo anterior que cuando el Centro de Profesores y Recursos (CPR) le propuso a Amador Menéndez, investigador del Instituto Tecnológico de los Materiales de Asturias (ITMA), premio europeo de divulgación científica y colaborador de este diario, que impartiese un taller didáctico dirigido a profesores de ciencias asturianos en colaboración con la Universidad de Oviedo, el científico eligió como tema para su ponencia la luz, una energía que no resulta en absoluto desconocida para los investigadores del centro científico avilesino en el que trabaja Amador Menéndez, pues llevan años trabajando en el desarrollo de materiales capaces de aprovechar el potencial lumínico del Sol. Así pues, Menéndez iluminó ayer a los profesores convertidos por un día en alumnos sobre cuestiones como la energía fotovoltaica, los biomateriales lumínicos o el aprovechamiento de la luz en función de sus colores.

Amador Menéndez se explayó sobre los concentradores solares luminiscentes, uno de los proyectos que el ITMA tiene más avanzados de las muchos que investiga y desarrolla. La tecnología, según comentó el experto, utiliza unas pinturas luminiscentes -unos tintes nanoestructurados- que al ser depositadas sobre la superficie de un cristal actúan a modo de embudo o guía de ondas, capturando la luz solar y remitiéndola y redirigiéndola hacia los extremos de la superficie cristalina, donde celdas solares la convertirán en electricidad. La ventaja de este sistema es que con el mismo se consigue disminuir significativamente el tamaño de las costosas celdas solares, ahora reducidas al tamaño de los bordes de un cristal. Asimismo, se logra una gran superficie de exposición -las caras del cristal-, lo que permite capturar más luz. Los investigadores avilesinos ensayan con varias pinturas para capturar diferentes zonas o colores del espectro solar.

Otro campo de investigación que explora el ITMA es la fabricación de una fibra óptica de carbono capaz de transmitir luz láser, pero multiespectro; esto es, un material con la facultad de "abrir" el rango espectral del láser convencional, caracterizado precisamente por su estrechez. El reto permitiría a la Universidad de California, entidad colaboradora del proyecto, ser más eficaz en una ambiciosa investigación que lleva a cabo y que persigue conocer mejor las entrañas del cerebro humano. Este caso que expuesto Amador Menéndez en la charla de ayer entronca con lo que en ciencia se conoce como optogenética, la combinación de métodos genéticos y ópticos para controlar eventos específicos en ciertas células de tejidos vivos o, lo que es lo mismo, el uso de la luz para estimular reacciones celulares.

No se acaban ahí las incursiones científicas de los investigadores el ITMA en el universo de la luz, pues según expuso el ponente también hay proyectos en cartera relacionados con la carga más eficiente de las baterías de los dispositivos tecnológicos móviles (teléfonos, tabletas, ordenadores portátiles...) y con el desarrollo de lo que Menéndez llama "ventanas inteligentes", capaces de dejar pasar más o menos luz por sus cristales en función de los deseos del dueño de la casa y de convertir en energía eléctrica la luz rechazada; o sea, un dos por uno: un generador eléctrico y una persiana invisible en el mismo elemento.

Con estos y otros ejemplos extraídos del trabajo cotidiano del ITMA, Amador Menéndez iluminó a un auditorio de profesores que ahora podrán volcar lo aprendido en sus centros de enseñanza.

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