"¿Qué habrá hecho este angelito para que se lo lleven tan pronto?", preguntaba ayer en alto una mujer a la puerta de la iglesia de La Carriona, donde decenas de personas esperaban la llegada del féretro con los restos mortales de Gabriela Bugallo Ternero, una niña de 6 años que falleció como consecuencia de una rara enfermedad contra la que luchó desde su nacimiento. Con la llegada del coche fúnebre, La Carriona enmudeció. Solo se oían llantos, los de una madre, Emilia Ternero, rota por el dolor. Los padres de la pequeña Gabriela Bugallo recibieron una vez más el respaldo de sus vecinos.

Hasta Ternero y Pedro Manuel Bugallo se acercaron numerosas personas que quisieron mostrarles su cariño con palabras de aliento y palmadas en el hombro. Ambos mostraron su agradecimiento visiblemente abatidos. El funeral se celebró a mediodía en la iglesia del Santísimo Cristo de la Misericordia de La Carriona y contó con la participación del coro parroquial. El sacerdote lanzó mensajes de aliento para la familia de Gabriela Bugallo: "En el cielo brilla una nueva estrella", dijo. La pequeña de La Carriona recibió el último adiós entre flores blancas llegadas a Avilés desde todos aquellos sitios en los que Gabriela dejó tatuada su sonrisa.