La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

La Figura De La Semana | JOSÉ CASTRO IZQUIERDO | EXDIRECTOR DEL CARREÑO MIRANDA, RECIÉN JUBILADO

El director cuelga la bata

El responsable del Carreño Miranda entre 2001 y 2011 recibió como alumno la impronta de Hortal y después regresó al centro como docente

"Echaré de menos estar en el aula. Es lo que me gusta. Pero el papeleo no, es terrible, y es una de las razones por las que me decidí a jubilarme". Los exámenes de recuperación de septiembre fueron la despedida de la docencia de José Castro quien, a los 64 años, se jubila tras una vida dedicada no sólo a la educación en general, sino más específicamente al Instituto Carreño Miranda, donde fue prácticamente de todo: alumno, profesor, jefe de estudios y director. "Sólo me faltó ser delegado de clase y secretario", bromea Castro, que también es vicepresidente de la Asociación de Antiguos Alumnos del Carreño Miranda. Ahora cuelga la bata.

Difícilmente cuando, en mayo de 1962, el entonces pequeño José Castro se enfrentó al examen de ingreso en el instituto, podía pensar que llegaba a la que sería su casa. Recuerda perfectamente aquél examen: un dictado en el que tuvo una falta (el máximo eran tres), una cuenta de dividir y un examen oral. En aquellos años las reválidas y pruebas de corte estaban a la orden del día. Y él que las sufrió se muestra "muy partidario" de ellas. "Claro, depende de cómo se hagan. Pero que alumnos y profesores rindan cuentas me parece fundamental. Porque si no se corre el riesgo de que el alumno sólo estudie para el examen sin intentar retener nada". En su opinión no se trata de poner en cuestión la labor del profesor. "A mi siempre me interesó conocer el nivel de mis alumnos. Si contigo aprueban y en selectividad suspenden, algo estás haciendo mal".

A Castro le tocó hacer la mudanza del antiguo edificio del Carreño Miranda (hoy Colegio Palacio Valdés) a la nueva sede. Era ya su segundo traslado. El colegio lo comenzó en la escuela de los tubos de Francisco Franco (La Texera) y luego pasó al Colegio Marcos del Torniello, recién construido. "Llevamos los pupitres de dos en dos, era un día con mucho viento. Luego volvimos a por la pizarra, el globo terráqueo, la papelera..."

A los años de colegio e instituto sucedió la Universidad de Oviedo, donde cursó Químicas. ¿Qué le llevó allí? Él cree que fue fundamental la huella que dejaron sus profesores del instituto, y hace una lista de referentes en la que destaca José Luis Hortal y en la que también figuran Esther Carreño, Manolo Llames, Nicolás Granda, Sara Suárez Solís y Luis Alarcos. "Hortal explicaba de una forma muy sencilla, era un gran profesor. Ahora hay quien dice que para explicar no hace falta saber mucho, sino ser simpático... Pero él dominaba la materia".

Castro terminó la carrera, con la docencia como meta clara. Ya durante los años de facultad daba clases particulares, y después sacó las oposiciones a la primera. Era el año 1978, él tenía 26 años. "Hoy eso sería imposible, porque aunque saques un 10, si no tienes años de experiencia no sacas la plaza. Los recién licenciados no tienen ninguna posibilidad", lamenta. Reconoce, eso sí, que tuvo suerte: de 100 temas estudió a fondo 20, y uno de esos le cayó. "Y la resolución de problemas la encontré fácil, me ayudó el haber dado clases particulares".

Como flamante profesor, Mieres fue su primer destino, pero sólo estuvo un curso y ya al siguiente, en el curso 1979-1980, entró a formar parte de la plantilla del Carreño Miranda. Quería volver a casa. "No quería conducir, de hecho ni siquiera tengo carné". En el instituto avilesino se encontró de nuevo con todos sus antiguos profesores, ahora convertidos en compañeros. "Yo era el niño del departamento, y durante muchos años seguí siendo el más joven".

Durante las cuatro décadas y media en las que ejerció la docencia hubo muchos cambios, "pero no en lo fundamental", esto es, en su materia, Física y Química, y en su empeño: "Procurar entusiasmar con las explicaciones de los fenómenos de la naturaleza, con rigor, que es el método científico de aplicación en la vida real: hay que poner las cosas en tela de juicio". Lo que sí cambió, y en su opinión para mal, es el papeleo. "Te ocupa demasiado tiempo en perjuicio de lo importante".

Como jefe de estudios le tocó pelearse con los horarios, en los años en los que todo se hacía a mano, con fichas. "Podías estar 15 días para cuadrarlo". El primero que lo "fichó" como jefe de estudios fue Hortal, en el curso 1980-1981. Después volvió a serlo con Jorge Fernández Bustillo y con Mercedes Saldaña. Finalmente fue director desde el curso 2001-2002 al 2010-2011, "diez intensos años". Uno de los momentos que le causó más emoción en su carrera fue la despedida de reconocimiento sincero que le hizo el claustro cuando dejó la dirección. Después de él ostentaron este cargo Loli Bueno, primero, y actualmente Isabel Amanda Álvarez. En el año 2008 el Instituto Carreño Miranda celebró, por todo lo alto, su 75.º aniversario, en el que Castro se implicó a fondo. "Leí todas las actas del claustro desde la fundación hasta el primero al que yo asistí".

¿Y ahora qué? "Pues no lo sé... Iré a Alemania más a menudo, mis dos hijos viven allí, mis nietos también. Antes íbamos en vacaciones, ahora será más fácil". Pero siempre mirando de reojo al Carreño Miranda, y añorando a ratos el café con los compañeros y la charla de los alumnos.

Compartir el artículo

stats