La sirena de un coche de la Policía Nacional irrumpió, apenas pasadas las cuatro de la tarde de ayer, en medio de una zona llena de restaurantes del barrio de Sabugo. El coche llegaba tras la llamada de un viandante que alertaba de la presencia de un hombre que presentaba una actitud sospechosamente desafiante mientras merodeaba por los locales de la calle La Estación. Es más, aparentemente llevaba una pistola estratégicamente colocada en la parte trasera del pantalón. Este singular pistolero entró en dos bares de la zona, dejando ver en ambos lugares el objeto que guardaba. Los dos agentes desplazados dieron pronto con él, lo cachearon y comprobaron que la supuesta arma era una burda imitación de plástico.

Los responsables del segundo de los bares, donde fue detenido el individuo, explicaron que no había ocurrido nada ni había habido amenazas de por medio, simplemente recibieron el aviso de que tenía una actitud sospechosa y de que habían avisado a la Policía por si estaba armado. "Me avisó el chico de enfrente, de que tuviera cuidado porque les parecía sospechoso", explicó Jacobo Pérez, que regenta una conocido restaurante. Pero no le dio tiempo ni a preocuparse, por la rápida llegada de los agentes.

Según los testigos, el hombre, que no reside de forma habitual en el Principado según los datos de sus documentos, presentaba signos de embriaguez. La intervención de los agentes generó gran expectación entre los clientes de las terrazas próximas al lugar de los hechos. El varón, que iba elegantemente vestido y con una chaqueta larga ocultando la pistola, fue detenido y cacheado por los dos policías desplazados, que descartaron de este modo que fuera un sujeto peligroso y que estuviera realmente armado, que era lo que se temían quienes se percataron de la existencia de la pistola de plástico escondida entre su ropa.