Nueva Rula de Avilés, la sociedad gestora de la lonja de pescado más importante de Asturias, recordará durante tiempo el año recién finalizado como el peor de su joven historia: ha tenido que empezar a cicatrizar la herida que le dejó la multa de 1,2 millones que le impuso Hacienda por prácticas contables irregulares, recuperó a su primer gerente tras la renuncia del que había sido contratado para dar un nuevo impulso a la entidad, las relaciones con la cofradía de pescadores de Avilés han empeorado de forma ostensible y ahora que llega el momento de hacer el balance económico, los números resultan ser los peores desde que abrió en 2009.

La lonja pesquera avilesina comercializó 12.557 toneladas de pescado, lo que además de suponer un 24,69 por ciento menos que en 2015 marca un mínimo histórico, peor aún que las bajas cifras de 2012 y 2013 (12.790 y 12.920 toneladas respectivamente). La única satisfacción, de haber alguna, es que la facturación por venta de pescado se salvó de la quema: la rula generó valor por importe de 32,56 millones, menos que en 2014 y 2015, pero del orden de un 15 por ciento más que en los años precedentes. Tanto es así que el presidente de la sociedad gestora, que también lo es del Puerto de Avilés, Santiago Rodríguez Vega, vino a decir hace unos días que pese a haber sido un "mal año pesquero" se salvaron los muebles "con un balance económico aceptable dadas las circunstancias".

Las causas que explican el desplome del tonelaje de pescado desembarcado son diversas: desde la cofradía de pescadores de Avilés -entidad enfrentada a los actuales responsables de la rula- señalan como principal motivo del mal resultado un nuevo episodio de fuga de barcos a lonjas gallegas y la incapacidad de la gerencia para captar a nuevos armadores; al margen de esas acusaciones, la rula de Avilés padeció las consecuencias de una campaña de bonito atípica (los barcos que tuvieron mejores capturas nunca venden en el puerto de Avilés por temor a que el agua de la ría mate el cebo vivo que llevan a bordo), acusó la ausencia de la flota portuguesa que pesca xarda, llegó mucho menos bocarte que en 2015 y el recorte de los cupos de merluza en aguas próximas a la costa redujo las capturas de esa especie. El año que comienza aclarará si lo de 2015 ha sido un bache esporádico o algo más grave.