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La principal fundidora de cinc de Europa

La producción de Asturiana de Zinc se vende un 60% más cara que hace un año

La cotización del mineral se eleva gracias al empuje de la industria galvanizadora de China y a la buena situación del gigante Glencore

Lingotes de cinc acumulados en el puerto de Avilés, en una imagen de archivo. IRMA COLLÍN

El cinc, como materia prima, se asemeja cada vez en mayor medida a una piedra preciosa. En la montaña rusa internacional de los metales básicos sólo se salva el mineral que manufactura de manera sobresaliente la planta castrillonense de Asturiana de Zinc (Azsa). Los datos son más que transparentes: en 2016 el precio de la tonelada de cinc se incrementó un 60 por ciento con respecto al año anterior, un hecho que contrasta con la situación del aluminio, el producto que Alcoa fabrica en su planta de San Balandrán.

La cotización del aluminio, sin embargo, se ha visto modificada a la baja por un superávit en su producción mundial, cosa que no ha sucedido con el cinc. La multinacional Glencore -propietaria de Azsa- decidió a finales de 2015 suspender la actividad en varias de sus minas de cinc, las más productivas del mundo. Esta disminución de materia prima indefectiblemente contribuyó a un incremento de su cotización en la Bolsa de Metales de Londres (LME en sus siglas en inglés). A esto se sumó la reclamación de las acerías chinas: precisan de mucho cinc para galvanizar las chapas que luego venden por el mundo. Y el proceso de galvanización se hace con cinc. Algo semejante sucede con el anuncio de la campaña de obras públicas que hizo esta semana el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Este tipo de obras precisan también de mucho acero galvanizado, aseguran los medios especializados

Uno de las consecuencias principales de este pasado 2016 tan brillante ha sido una subida espectacular del precio de las acciones de Glencore (un 300 por ciento, indica la revista "Forbes"). La misma publicación señaló al respecto que Ivan Glasenberg -el principal ejecutivo de la corporación anglosuiza que controla la fundidora de cinc de San Juan de Nieva- ha visto crecer su fortuna personal 3.000 millones de dólares en los últimos diez meses. Y todo se debe, en buena medida, al comportamiento del cinc en el parqué de Londres.

La traducción de todo esto es que en la planta que dirige Jaime Arias en Castrillón los incrementos de producción han sido constantes: siete años ya de récords consecutivos. Y todo esto, además, sin que haya movido una hoja del árbol de la conflictividad social (la última vez fue en 2008). Es cierto que toca ahora negociar el nuevo convenio colectivo. Sobre la mesa está el hecho de que una cuarta parte del sueldo de los trabajadores de la factoría es variable (se basa en la producción anual).

El auge del cinc coincide con el abandono del negocio de su explotación por compañías tan señeras como Nyrstar -la competencia principal en Europa de Glencore, es decir, de Asturiana de Zinc-. La tarta que Glencore contribuyó a jibarizar parece que tiene ingredientes más sabrosos: el precio al que se vende en la actualidad el mineral es el más alto desde 2008. Glencore es propietaria de las minas de cinc más eficientes del mundo y es, además, el dueño absoluto de Azsa, la tercera fundidora de cinc más importante del mundo (detrás de una coreana y de otra india). Los eslabones de la cadena trófica del cinc están, pues, bajo su amparo.

La producción de cinc de Glencore ronda el 10 por ciento del total mundial. Según el International Lead and Zinc Group (ILZSG), la producción total de cinc metal en el planeta -a noviembre de 2016- ha bordeado los 12 millones de toneladas. Glencore cerró el pasado ejercicio con casi 800.000, algo más de medio millón de ellas corresponden a Asturiana de Zinc. Esto quiere decir que la fábrica de Castrillón produce el 60 por ciento del cinc que comercializa su matriz y el 4,5 por ciento de todo el metal que se vende en el mundo.

Todo lo que sucede en la planta fundidora de San Juan de Nieva, por tanto, se examina con lupa desde la ciudad de Baar, que es la localidad en la que el gigante minero centraliza todos sus negocios (incluido el del cinc, que sólo es uno más de un abanico que completa el aluminio, petróleo, cobre, níquel, carbón o, incluso, el grano?) Ivan Glasenberg lo explicó así: "Empieza a fluir el mercado". Y el cinc brilla más que nada.

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