La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los caballos de la Guardia (II)

La llegada de los animales a las cuadras reales

Alumnos del colegio de Sabugo leen cuentos de LA NUEVA ESPAÑA de Avilés.

Hola amigos, aquí estamos de nuevo como cada miércoles deseando que disfrutéis de la lectura. ¿Recordáis que el miércoles pasado comencé a contaros mi visita al castillo francés de Chambord? Una aventura extraordinaria que os gustará. ¿Recordáis también los caballos tan elegantes de la Guardia Real que desfilaban y maravillaban al público? Y, como soy muy curiosa, accedí a las cuadras reales (a sabiendas de que la entrada estaba prohibida al público), donde todo estaba perfectamente cuidado y los caballos descansaban plácidamente, excepto "Nelson" y "Wellington", que aún no habían llegado del desfile...

No lo pude evitar, me acerqué a los animales y comencé a acariciarlos. Los caballos me miraban, con su rostro noble, y agradecían con un gesto de sus cabezas mis caricias. Incluso me entornaban sus ojos llenos de bondad. Fui acariciando uno por uno; cuando, de repente, escuché el portón. Los cascos de los caballos contra el suelo me hicieron pensar que ya llegaban del desfile; las voces que entraban hablando eran de los guardias. Sabía que me pillarían, así que me escondí en silencio tras un fardo de heno. Como me viesen podría caerme una buena multa. Las voces decían:

-¡Oh mon Dieu! Qué manera de desafinar con la flauta, estoy aturdido, -comentaba la primera voz con refinado acento francés.

-Tienes toda la razón mi querido amigo, ¿y qué me dices de ese muchacho entre el público que comía pipas y tiraba las cáscaras al suelo? ¡Qué falta de educación y de respeto!, -contestaba la segunda voz francesa.

-Por no hablar de aquel hombre que se atrevía a combinar chanclas con calcetines...-respondía la primera voz.

-¡Oh la la! Por ahí sí que no paso, si Coco levantase la cabeza... En fin, cambiemos de tema... ¡Bonjour queridos compañeros! ¿Qué tal todo por aquí?, ¿aún no habéis salido a estirar un poco las patas?

-Escuchar este comentario me dio a entender que quizás hubiese más guardias en la cuadra que yo no hubiese visto, y eso me hacía estar más nerviosa aún.

De pronto se empezó a escuchar en toda la cuadra un "sssschhhhhhh", mandando callar a las voces que hablaban.

-¿Qué ocurre amigos?, -preguntó Nelson. -¿Por qué debemos callar? ¿Acaso nuestras voces no son melodiosas? Hace poco recibí una oferta de la Coral de Caballos cantores, pero la rechacé por falta de tiempo...

¿¡Cómo!? ¿Ha dicho caballos cantores? No pude evitarlo y levanté mi cabeza, tenía que ver quién estaba hablando y solo vi los caballos que había acariciado en sus cuadras y en el medio los recién llegados "Wellington" y "Nelson". En cuanto notaron mi presencia todos se volvieron hacia mí y en ese momento escuché:

¡Oh la la! ¡Si tenemos visita! Sea usted bienvenida señorita.

No podía creerlo, ¡me estaba hablando a mí nada más y nada menos que "Nelson", uno de los flamantes caballos! Pensé que me estaba volviendo loca, así que traté de calmarme y miré hacia todos lados buscando a los posibles guardias que estuviesen hablando, pero no vi a nadie.

-¡Sacre bleu!, -dijo "Wellington". -Cálmese señorita, está usted en su casa.

Era cierto, los caballos no solo hablaban sino que se dirigían a mí y yo no podía ni articular palabra.

-Oh, perdónenos señorita, no nos hemos presentado. Yo soy Nelson y él es "Wellington"... -Y así comenzó presentándome uno a uno a todos los caballos que forman la Guardia Real.

-Seguro que habrá visto caballos, ¿Pero a que seguro que ninguno tan hermoso como nosotros, verdad? Je je je, -dijo Nelson riendo mientras se me escapaba la risa.

-Perdónenme, -pude decir finalmente. -Disculpen mi intrusión, no quería molestarles. Mi nombre es Dulce Victoria.

-Oui, oui, oui, te conocemos muy bien, eres la joven escritora amiga de los ratoncitos, ¿verdad?, -dijo Nelson sonriente.

-¡Nosotros adoramos a Ratonchi!, -añadió "Iris", la yegua.

-¿Ustedes conoces a Ratonchi?, -pregunté completamente asombrada.

-¡Oh oui! ¡Cómo no vamos a conocerlo! ¡Es un héroe!, -dijo "Nelson".

-¡Viva Ratonchi!, -coreaban todos, ¡viva!

-Querida amiga, tenemos primos asturcones en España y nos envían sus cuentos, conocemos todas sus hazañas, te leemos cada miércoles y seguimos tus cuentos solidarios que escribes para niños enfermos. Preguntarnos si conocemos a Ratonchi es como preguntar si conocemos la Torre Eiffel, ji ji ji, -reía "Wellington".

Continuará... ¡Os espero aquí el próximo miércoles, no os lo perdáis!

Compartir el artículo

stats