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La presión vecinal ha tumbado uno tras otro los emplazamientos anunciados hasta la fecha

Agentes de la Guardia Civil, personal de la Demarcación de Costas en Asturias y operarios del Centro Canino de Parayas irrumpieron en la precaria perrera que se levantaba en El Espartal (Castrillón) a primera hora de la mañana del 29 de octubre de 2001 y procedieron a su clausura. La comarca sigue 16 años más tarde sin una instalación adecuada para albergar a los animales vagabundos o indeseados por sus dueños. En realidad lleva más de veinte años dándole vueltas a esta rueda, porque de la necesidad de disponer de una perrera en las debidas condiciones se viene hablando desde mediados de la década de los años noventa.

El problema no estriba tanto en la voluntad política para hacer realidad la infraestructura, que parece haberla, como en el encaje territorial de la misma. Así lo explicó el año pasado -cuando fracasó la idea de llevar la perrera a terrenos de Cogersa- el concejal avilesino Miguel Ángel Balbuena: "Necesitamos encontrar un suelo no urbanizable, de interés agrícola o ganadero, de no menos de 2.000 metros cuadrados y que esté a cierta distancia de viviendas para que los vecinos no puedan verse molestados por la actividad de la perrera". Se cuentan al menos cinco intentonas de emplazamiento en estos años y todas quedaron en nada, fundamentalmente por la presión vecinal. ¿Será a la sexta?

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