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Los Amago crean escuela en Senegal

La firma avilesina de andamios y uno de sus trabajadores oriundo del país africano impulsan un proyecto para dar educación a 200 niños: "Ahora tienen un sitio al que ir cada mañana"

A la izTres alumnos con sus titulaciones.

Mamadou Barro lleva casi diez años trabajando para la familia Amago. Barro monta los andamios que son el camino que utilizan los restauradores para sacar brillo a las fachadas de buena parte de los edificios de la comarca. Pero eso no es importante. "Desde hace cuatro años envío la mitad de mi nómina a la ciudad en que nací, a Kaolack", cuenta. Con ese dinero -y con mucha ayuda de sus patrones- se ha levantado el colegio Amago del Pozo en ese lugar. "Empezamos con cinco alumnos y ahora son más de 200", señala con orgullo el operario de la empresa avilesina. "Ahora, esos chicos tienen un sitio donde ir cuando se levantan cada mañana", subraya el trabajador.

Barro considera que su obligación es "ayudar a esos chicos que no tienen padres, que no tienen qué comer o dónde dormir". Sin embargo, este compromiso del empleado ha crecido y lo ha hecho propio la conocida familia Amago al completo. "Estamos muy orgullosos de lo que hacemos allí. Es un proyecto que conoció José Antonio (Amago) cuando todavía podía hablar", apunta Pilar del Pozo, la viuda y socia del empresario, que falleció este pasado mes de marzo víctima de Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA). "Estas Navidades pasadas, cuando ya estaba muy malo, le enseñamos la foto del colegio. Le habían puesto como nombre Amago del Pozo. Lo vio y se le encendieron los ojos", cuenta su hija Mónica Amago, que dirige la empresa sucesora de la antigua Pozo Amago. "José Antonio ha hecho muchas cosas por nosotros y sólo puedo estar agradecido", dice Barro.

El profesor Abdoulay Sene Ndjon es quien dirige el colegio Amago del Pozo. "Era un tendejón que había en casa de mi padre", cuenta Mamadou Barro. En ese tendejón se cobijaban los niños. Abdoulay Sene Ndjon es primo de Barro. "No hacía nada. Le dije que había que hacer una escuela, que la iba a pagar yo", confiesa Barro. Y los primeros cinco niños llegaron al centro. "Pasan ahora de los 200. Tenemos cuatro profesores que explican Inglés, Francés, Español y Árabe", añade.

"Ahora, tenemos que hacer algo más: construir tres aulas más", apostilla Mónica Amago. Y eso sólo se hace con ayuda. La familia Amago en estos cuatro años ha realizado dos viajes a Kaolack. "Hemos llevado todo tipo de cosa: ropa, libros, lápices, libretas, cemento, azulejos, botes de pintura... cualquier cosa, porque te das cuenta de que mucho de lo que nos sobra, allí es absolutamente necesario", cuenta Mónica Amago. "En el primer viaje llevamos esponjas y nos encontramos con que terminaron en el hospital cercano a la escuela", añade.

"Estamos preparando un tercer viaje. Pedimos ayuda a todo el mundo: a empresas y a particulares. Recogemos todo tipo de cosas cómo, cuándo y dónde nos digan", señala la empresaria. Para eso da un correo electrónico: mamago@andamiosamago.com. "Es maravillosa la sensación de agradecimiento que tienen a nuestra familia y admiro el esfuerzo del profesor Abdoulay Sene Ndjon, que dedica sus conocimientos y tiempo a este proyecto con una mínima recompensa económica que no duda en invertir de nuevo en el colegio siempre. Él dice siempre: 'es mi deber el repartir mis conocimientos si he tenido la suerte de poder recibirlos", relata.

Los compromisos sociales de la familia Amago vienen de lejos. "Trabajamos desde hace mucho tiempo con senegaleses, de hecho, el 20 por ciento de la plantilla es de allí", cuenta la gerente de la compañía. Mamadou es uno de ellos. "Llegué a España en 2001 y muy pronto empecé a trabajar con los Amago", reconoce el primer mecenas del colegio de Kaolack. Tiene mujer y cuatro hijos. "Están allí, pero vendrán pronto conmigo", añade el operario senegalés. "Veo cómo progresa lo que estamos haciendo cada vez que viajo allá por vacaciones", continúa. "Los niños tienen muy buenas notas. Después de pasar por la escuela tienen que examinarse en un centro reglado y lo están haciendo muy", reconocen con orgullo tanto Mónica Amago como su empleado Mamadou Barro.

¿Cómo consiguen dinero para la manutención de los niños? El profesor Abdoulay Sene Ndjon organiza fiestas para los niños, competiciones de lucha senegalesa y Mamadou Barro entrega la mitad de lo que gana todos los meses. "Lo que tenemos que organizar es la ayuda que llevamos. No sé si será por medio de una asociación o de una fundación. Me tienen que decir cómo es el mejor modo. Nuestro objetivo es contribuir a llevar la educación allá donde no la hay: en Senegal o en Avilés", explica la empresaria avilesina. "Una de las primeras actividades que vamos a llevar a cabo es una librería solidaria, pero aún no tenemos el local. La idea es recoger los libros que no se quieran y ponerlos a la venta a un precio adecuado. Por eso necesitamos toda la ayuda que sea posible", concluye la empresaria. "Comprometernos en esta historia nos llena el corazón", apostilla henchida.

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