El recién fallecido Enrique Castro, Quini, hombre dado a gastar bromas, recibió un buen trago de su propia medicina cierto día en el aeropuerto de Asturias. Lo narró ayer en un acto organizado por la Asociación Cultural La Serrana el piloto de avión y exdirector del aeródromo de Santiago del Monte Luis Rubio, invitado a hablar sobre el miedo a volar y cómo superarlo: "A Quini, como a mucha otra gente obligada a hacer frecuentes viajes aéreos, le daba pánico volar y sus compañeros de equipo aprovecharon esa debilidad para gastarle una buena broma. En complicidad con el comandante y el segundo piloto de un avión, invitaron a Quini a la cabina con la excusa de que viese el manejo del aparato. El segundo se ausentó en un momento dado 'para ir al baño' y el comandante invitó a Quini a ocupar su asiento; tras poner el piloto automático, hizo ademán de irse también diciéndole a Quini que quedaba al mano de la nave... Era una broma muy habitual en tiempos pasados y exenta de riesgo pues con el automático puesto, el avión va solo. Pero Quini, ignorante del asunto, agarró por un brazo al comandante, lo obligó a sentarse de nuevo y mentando a su madre le dijo que de allí no se iba a mover bajo ningún concepto".

El miedo a volar, como el que tenía Quini, puede ser tratado pero sin garantías de éxito. Tiene que ver, según Rubio, con el desconocimiento, con la claustrofobia, con la inseguridad de no ser uno mismo el que controla el vehículo... Es irracional y, lo más que se puede hacer, es gestionarlo con racionalidad: "Pensar en cosas placenteras que distraigan la mente, hacer un sudoku, entablar conversación con alguien... Nunca beber alcohol, eso puede empeorarlo todo". Y si eso no funciona, confiar en la estadística: "El avión es el medio de transporte más seguro: muere más gente cada año en España picada por abejas que en accidentes de aviones comerciales".