La fabada gusta a cualquier edad. Lo demostraron ayer los pequeños Candela García y Pablo Valladolid, de siete años, correteando por los caños de San Francisco, mientras los 30 Xagós de Miranda se esmeraban en cocinar doscientos kilos de fabes, 40 de chorizo y otros tantos de morcilla y panceta para elaborar su famosísima plato pantagruélico. "Merece la pena esperar porque es nuestra comida favorita", exclamaron los dos guajes vestidos con diminutos trajes de asturiano. Y de la infancia, a la veteranía en unos pocos metros. En la plaza de España, a sus 85 años, Marcelina Mirón firmó su quinto título en el concurso de fabada de amas de casa de Llaranes. Y eso que esta vez no lo tuvo fácil. "Se me paró la cocina a la mitad", reconoció con el trofeo de la mano.

Los caños de San Francisco estaban a fuego lento cuando Pablo Valladolid y su compañera del colegio Luisa Marillac, Candela García, jugaban al pilla pilla. "No me atrevo a cocinar todavía, prefiero que lo haga mi papá como siempre", apuntaba la niña. "Yo no cocino porque voy a ser como Sergio Ramos", decía el niño, serio aspirante a futbolista. Para su suerte, su aportación no iba a ser necesaria. En el lugar estaba, como todos los años, el veterano cocinero Luis Carbajal, que a sus 78 años tiene autoridad moral para revelar el secreto de una buena fabada. "Les fabes, no hay más", dijo quitándose una pipa de la boca. Para después añadir: "Dicho así ¿eh? 'Les-fa-bes', nada de fabas". "Y un buen compango también", completó.

Ya eran casi las dos de la tarde enfrente de San Nicolás de Bari cuando se arremolinaron decenas de personas para conseguir una de las 3.000 raciones que tenían pensado repartir los Xagós de Miranda. En ese punto, aguardaba la china Shan Xu, con sus dos pequeños. "Llevo cinco años en Avilés y esta fabada está buenísima", valoró. De la misma opinión era la pareja formada por Angelina Díaz e Hipólito Ingenuo. "Es la mejor de Avilés, llevamos desde que empezó", certificó este matrimonio, con 48 años de unión.

Eso sí, para que pudieran pagar seis euros por una de las raciones de los Xagós de Miranda, hizo falta mucho trabajo. Bien lo sabe Ángela López, una de las cocineras. "Los hombres llevan aquí desde las ocho y media de la mañana. Yo he llegado sobre las 10 y media", relató. "Aquí no paramos, hacemos de todo, desde pelar la cebolla y los ajos, a remojar las fabas el día anterior, a remover todo para que cueza igual, cosa que nos fácil porque la olla es rectangular", enumeró. Y eso sólo en lo que ha cocina se refiere, porque a la hora de repartir, la fabada pantagruélica también tiene tela. "Hay que tener mucha paciencia, cortar el pan, meterla en las bolsas, preparar las servilletas y las cucharas para 3.000 personas", concretó Pilar Blanco, la madre de la pequeña Candela García, que seguía correteando.

Con el mismo trajín, se desarrolló el concurso de fabadas de las Amas de Casa de Llaranes, que contó con diez participantes. La ganadora fue Marcelina Mirón, conocida por todo el mundo por el apodo de 'Mina'. "Soy todo una veterana de este concurso, lo he ganado cerca de seis veces pero este año lo veía complicado porque se me paró la cocina a la mitad", reveló la vencedora. Como el veterano chef de los Xagós de Miranda, Carbajal, Mina coincidió en señalar que "el compango es fundamental".

"Ha salido todo perfecto, de fábula", se enorgullecía Margot Llorente, presidenta de las Amas de Casa de Llaranes, sobre una competición donde lo más granado fue la variedad. Y ahí brilló Marisa García, que aunque se tuvo que conformar con un séptimo puesto en la general, pudo presumir de presentar un plato bajo en grasa. "Se nota al mirarla que la mía tiene un color mucho más claro. Es que una ya va teniendo una edad y hay que empezar a cuidarse. Eso sí de lo rico, de chorizo, de morcilla y de lacón, sigue habiendo", puntualizó García, feliz mientras colocaban las mesas en las que en pocos segundos después se sentaría para disfrutar de la Comida en la Calle, que como la fabada, no tiene límite de edad. El segundo puesto fue para Cristina Cueto y, el tercero, para Loli Granell.