A Germán Blanco Rubio su cuerpo le impidió disfrutar de su bien merecida jubilación. Apenas dos meses después de tomar la decisión de bajar la persiana de uno de los locales hosteleros con más historia de la ciudad, el restaurante Germán, junto al parque del Muelle, el gerente del local falleció ayer a los 62 años, sumiendo en la tristeza a su familia y tiñendo de luto al sector hostelero. "Era un hombre bueno", resumió uno de sus amigos.

Pocos podrán decir una mala palabra de un hombre que se ganó el cariño de los muchos clientes que pasaron por la barra y las mesas de uno de los "buques insignia" de la gastronomía avilesina durante muchos años. Él era la tercera generación de hosteleros del local de la calle Emile Robin: su abuelo Germán Blanco abrió en 1935, luego el mando lo cogió su padre, Mario, y de él aprendió todo del mundillo. "Me acuerdo mucho de mi padre, me lo enseñó todo. Son días melancólicos", reconocía el propio Germán pocos días antes echar las llaves del restaurante de la calle Emile Robin. Estaba enfermo; la diabetes le fue "consumiendo" poco a poco hasta que su cuerpo ya no pudo resistir más.

La capilla ardiente está instalada en el tanatorio de Avilés, en la sala número 8; el funeral será hoy a las 17.00 horas en la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery. Deja mujer, María del Carmen Izquierdo e hijos, Rosalía y Mario, además de una nieta y a su madre, Mari Rubio Menéndez, que también fue cocinera en el restaurante familiar.

"Éramos amigos desde que nacimos; jugábamos juntos en el bar. Y como profesional, fue un referente. Tenía una forma de servir muy especial, muy elegante, como su padre; también una forma única de recitar la carta", recuerda Carlos Martínez Guardado. Y es que cualquiera que haya pasado por el Germán reconocerá frases como "el solomillo, mantequilla", "tenemos una ensaladilla rusa para chuparse los dedos" o "croquetas, muy ricas". "Tenía una gran atención en mesa y sala. Y ese era el plus que tenía el restaurante", añade Carlos Martínez Guardado. El divulgador gastronómico destaca, además, lo buen estudiante que era el hostelero pese a que dejó sus estudios de Ingeniería de Minas en la Universidad de Oviedo. Lo hizo en 1976, cuando cogió la batuta del local.

Pero el Germán no sólo destacó por su gastronomía. "Si Avilés fue la Atenas de la cultura en Asturias en la segunda mitad del siglo XX, Casa Germán fue su foro", llegó a decir hace unos meses Toni Fidalgo, periodista y expresidente del Real Oviedo, una vez que se supo que el local iba a cerrar sus puertas por la falta de relevo generacional. El hijo de Germán, Mario, aunque ayudaba a su padre atendiendo la barra, tiene sus pasos laborales lejos de la casa de comidas.

La situación de Casa Germán, frente al parque del Muelle y del puerto de Avilés, le permitió acoger a muchos de los que desembarcaban de los barcos que atracaban en los muelles pero también a personajes ilustres, como Manuel Fraga Iribarne, fundador de Alianza Popular; el secretario general del Partido Comunista, Santiago Carrillo, o la cantante Rocío Jurado.

Fue además local de reunión y testigo del nacimiento de algunas de las entidades de la ciudad, como la peña "Diez Amigos", fundadora del Campeonato avilesino de mus, el torneo en formato liga decano del país, creado en 1962, o el colectivo "Sabugo, ¡tente firme!", que preside Abelardo González, primo, además, de Blanco.

Ahora, Germán Blanco ya no podrá disfrutar del merecido homenaje que le estaban preparando sus amigos. Se quedó sin tiempo.