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Una colección para descansar en paz

Ana María González recopila esquelas de familiares y amigos desde 1979 en su casa de Los Campos: "Así los recuerdo"

Ana María González, ante su colección de esquelas en la cocina de su vivienda en Entrevías. RICARDO SOLÍS

Rosa María González Fernández falleció el 30 de mayo de 1976 a los 19 años en un accidente de tráfico en la localidad de La Cabruñana, en el concejo Grado. Su prima Ana María González tenía entonces 22. Guardó su esquela y, sin darse cuenta, ésa fue la primera de una larga lista, una colección que comenzó sin motivación aparente que le ha llevado a reunir 109 recortes desde entonces.

Cada esquela guarda una historia. A González le ayuda a recordar a aquellos familiares, amigos y conocidos y gracias a esas hojas de papel en blanco y negro los mantiene vivos en su memoria. Guarda todas en una carpeta azul, en la parte baja de una estantería ubicada frente a la cama de su dormitorio. A su marido, José Antonio Guerra, no le gusta mucho la afición de su mujer: "Me da 'yuyu'. Podía guardar otras cosas, recuerdos de bodas u otras cosas más agradables, por ejemplo". Aun así, también se lanza a recordar a sus seres queridos mientras Ana muestra su colección. Ambos viven en Entrevías, en la parroquia corverana de Los Campos. La coleccionista de esquelas es sportinguista hasta la médula y tiene la espinita clavada de no sumar a su recopilación las esquelas de dos figuras clave en la historia del club de sus amores, el entrenador Manuel Preciado fallecido el 6 de junio de 2012 en Sueca (Valencia) y el histórico jugador Enrique Castro "Quini", que murió el pasado 27 de febrero.

"Guardo las esquelas porque me sirve para recordar todo tipo de cosas, por ejemplo, de mi prima, la de la primera, recuerdo poco, pero su madre me enseñó a coser", señala González, que cuando comenzó su extraña afición tenía 22 años, tres años más que su prima.

González suele pedir las esquelas cuando asiste a un funeral y, si no, no duda en llevarse para casa las que encuentra pegadas con celo en las farolas, es más, algunas mantienen restos del adhesivo. Las que no ha podido conseguir por cualquier circunstancia las coge del periódico, pero son las menos. "Pequeñas -en referencia a las del periódico y otros formatos distintos a los habituales- tengo diez", indica, momentos después de contarlas.

"Esta es de Herminio, un vecino nuestro y ésta es de un tío de José de Barcelona, que fuimos al entierro en 2013, ya hace cinco años, José. Cómo pasa el tiempo", señala Ana María González dirigiéndose a su marido, que no para de dar vueltas por la cocina de su piso en Entrevías (Los Campos), diciendo una y otra vez: "Guarda eso, no me gusta nada". Cada esquela encierra una historia como la última que ha metido en la carpeta, la de una mujer de 101 años natural del barrio de Mora (Cancienes), y fechada el 28 de marzo de 2018.

Los recortes de la colección de González son de varios tipos y solo uno con foto del fallecido. "Era un buen hombre, viajó con nosotros por toda España con el grupo de amigos", explica la mujer, rodeada de papeles por todas partes. Una no tiene cruz, es la de un tío de su marido y fechada el 13 de diciembre de 2011.

Ana María González cambia su alegre cara cuando encuentra las esquelas de sus hermanos. "Tuvieron muy mala vida", señala la vecina de Corvera. Y, momentos después, halla la de su padre, Manuel. "Murió el 30 de mayo de 1995 y se fue con la pena de dejarnos a cargo de mi hermano Raúl, que curiosamente falleció tres días después en Burgos, el 3 de junio", comenta esta mujer que colecciona tristes recuerdos.

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