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El Camino de Santiago se consolida con un repunte de peregrinos en el albergue

Las 58 plazas de las instalaciones de "Pedro Solís" están ocupadas casi al cien por cien, sobre todo durante los fines de semana

Ana González Sánchez y Lidia Frías, en la zona de las literas del albergue de peregrinos de Avilés. RICARDO SOLÍS

El Camino de Santiago se consolida como un referente turístico en Avilés. El albergue de peregrinos es un buen termómetro de la importancia que está adquiriendo el trazado Norte y cada año aumenta el número de personas que escoge las instalaciones de "Pedro Solís". Ya en el primer semestre del año las cifras han mejorado respecto a 2017 por lo que la asociación que gestiona el establecimiento de la avenida Cervantes se muestra optimista y espera concluir 2018 con un número de visitantes superior a los 4.800 registrados en el conjunto del año pasado.

Entre enero y junio han pasado ya por las dependencias un total de 2.060 caminantes frente a los 1.959 de 2017. Tras un mayo que recibió a 799 peregrinos, número superior al de años anteriores, julio ha arrancado con buen pie y lleva igualmente un ritmo ágil de visitantes, de manera que las previsiones apuntan a que alcanzará los 500 alojados a mediados de mes, según indican desde la Asociación Astur Galaica del Camino de Santiago Apóstol que rige la marcha del albergue y que preside Mayte Gonzalo.

Esta primavera y verano, y sobremanera desde el inicio del presente julio, el albergue "Pedro Solís" es un constante ir y venir de peregrinos procedentes de puntos tan diversos como Italia, Polonia, China, Brasil, Nueva Zelanda, Sudáfrica o Etiopía. El patio, las habitaciones y la cocina del complejo son una torre de Babel donde se mezclan y conviven en grata armonía una amplia variedad de idiomas. Las 58 plazas distribuidas en dos habitaciones, cada una en una planta, están, sobre todo los fines de semana, ocupadas casi al cien por cien.

Los peregrinos permanecen en el albergue un día, dos si acumulan mucho cansancio y necesitan recuperar fuerzas, indica Víctor González, junto a Kevin González, albergueros que cuidan el edificio, reciben a los caminantes, atienden sus necesidades y les informan de cuantas dudas plantean, como dónde comer o comprar determinados productos en la ciudad, qué ver o las vías para emprender de nuevo la ruta. "Muchos preguntan por el cachopo y la sidra y los dirigimos hacia el entorno del Ayuntamiento para que den una vuelta y tras ver los establecimientos que hay opten por aquel que más les gusta", comenta Mayte Gonzalo. El interés que despierta este plato entre los peregrinos queda de manifiesto con los comentarios vertidos por dos parejas de malagueños llegados al albergue.

"Empezamos a caminar en Villaviciosa y llevamos dos etapas, una de 25 kilómetros y otra de 30 y ya estoy reventada; después de esto ya no voy a caminar más, iré en bici a todos los sitios", comenta con salero Ana González Sánchez, que tras una ducha y un cachopo espera superar la fatiga de la marcha y aclimatar su cuerpo para abordar el trayecto que aún tienen por delante. Frente a las repetidas veces que sus dos amigos han realizado la ruta jacobea, ella y su pareja Alejandro Quintero se estrenan en el Camino hacia Santiago que interrumpirán en Ribadeo, el resto quedará para otra ocasión, apuntan recién llegados al edificio avilesino que cuenta con lavadora y secadora para que los usuarios puedan lavar la ropa y tenderla al sol en el patio.

Este espacio al aire libre, equipado con varias mesas y bancos, sirve de lugar de esparcimiento, lectura y conversación; la cocina es igualmente otro lugar de reunión de los caminantes. Cuenta con dos mesas, electrodomésticos y útiles de cocina, además de algunos productos de alimentación básicos (pasta, arroz, aceite, sal y azúcar) para que quienes no desean salir del recinto puedan preparar una comida.

La limpieza de las distintas zonas del albergue es una de las principales preocupaciones de quienes lo gestionan, interés que agradecen los usuarios y que reflejan en los comentarios que escriben en internet y en un libro a disposición de todos los visitantes en la recepción. Sus páginas recogen reseñas en diferentes idiomas sobre cuestiones varias, entre ellas, las condiciones de las instalaciones, el trato del personal, la ciudad, la ruta o las gentes con las que comparten vivencias.

"Tenemos una limpiadora tres veces a la semana, además de ordenar y limpiar todos los días antes de abrir, desinfectar diariamente las camas y repasar los baños después de las duchas", destaca la presidenta de la Asociación Astur Galaica del Camino de Santiago Apóstol para señalar que, salvo excepciones, existe un cuidado de los peregrinos hacia las instalaciones por las que abonan seis euros la noche.

"Damos sábanas y almohadas desechables, gel de baño y alimentos básicos, y todo lo recaudado se reinvierte en mejoras; nosotros no nos quedamos con nada, somos una asociación sin ánimo de lucro y lo que queremos es que el albergue funcione bien y esté en las mejores condiciones", destaca Mayte Gonzalo, que entre las atenciones que junto a su equipo ofrece al peregrino está la de facilitarle servicio sanitario cuando así lo requiere. "Las llagas en los pies y las lesiones musculares son muy habituales por lo que a veces necesitan ir al centro de salud o a un fisioterapeuta; también se presentan problemas más importantes que exigen acudir al hospital San Agustín", indica, para recordar a un señor inglés que cayó de la bicicleta y rompió un brazo, o a otro hombre que se desplomó y tuvieron que llamar al 112.

No obstante, y dada la alta afluencia de peregrinos que llegan al albergue de Avilés procedentes de los más dispares rincones del mundo, incluido Alaska, Australia o Corea, por citar algunos, el número de incidencias no es elevado, y eso que acuden personas de todas las edades y condiciones, desde bebés hasta octogenarios y también ciudadanos con capacidades físicas limitadas. En este sentido, Mayte Gonzalo apunta a una pareja joven que el mes pasado llegó portando en una mochila con sombrilla a un bebé de dos meses, o a varias mujeres de avanzada edad, casi siempre extranjeras, que caminan sin compañía. "Las hay que peregrinan solas para vivir una experiencia, pero no están solas porque encuentran conocidos del trayecto y entablan relaciones", concluye quien hasta la fecha ha realizado catorce veces la ruta jacobea, por lo que conoce bien las necesidades de quienes traspasan las puertas del albergue Pedro Solís, que abre a las 13 horas y las cierra a las 22; pocos minutos después, el silencio se adueña de este lugar para convertirse en lugar de descanso.

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