El embajador Jorge Hevia (Colunga, 1959) actualmente es el director Político Adjunto de la Dirección General de Política Exterior del Ministerio de Exteriores. Antes de eso, sin embargo, fue el representante español ante la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington, en los Estados Unidos. Mucho antes trabajó como diplomático en la República Dominicana, en El Salvador o en Italia y el Vaticano. Conversa con LA NUEVA ESPAÑA tras concluir su intervención en el seminario "1918. Un nuevo panorama mundial", el noveno de los incluidos dentro de los Cursos de La Granda. Hevia analizó el nuevo orden internacional que surgió tras el final de la Primera Guerra Mundial.

- Estos días anduvo por Colunga.

-Hemos fundado la Asociación de Amigos de Colunga que tiene como objetivo celebrar actos culturales, pero también contribuir a la rehabilitación del patrimonio histórico del concejo. Fue hace poco. Hicimos una mesa gastronómica en la que participaron dos chefs importantes como son Nacho Manzano y José María Campo Viejo. Nuestra idea es seguir haciendo un evento anualmente y apoyar todo tipo de iniciativas culturales.

- Y aquí está para hablar del nuevo orden mundial.

-Eso es: de la Sociedad de Naciones y de la Primera Guerra Mundial.

- ¿Los nuevos órdenes internacionales vienen de una guerra?

-Pues sí. Trágicamente. Digamos que el final de la Primera Guerra Mundial significa un cambio radical en el orden internacional. Los historiadores alemanes y anglosajones consideran que todo esto supuso el inicio de la modernidad.

- ¿Había orden internacional verdadero antes de la Primera Guerra Mundial?

-Digamos que había una lucha entre una determinada concepción del orden internacional basada en la fuerza, en el derecho internacional basado en el principio de soberanía de los estados frente a otra concepción más internacionalista que defendía la necesidad de llegar a acuerdos entre los estados para evitar la violencia y frenar, asimismo, la carrera armamentística. Estas corrientes intelectuales son las que desembocan en la Sociedad de Naciones.

- La Sociedad de Naciones, ¿no fue un club de buenas voluntades?

-En parte era un club de buenas voluntades, pero también, como dicen algunos profesores, un club de estados vencedores de la Guerra del que, además, Estados Unidos queda al margen, la gran nación norteamericana que ha condicionado prácticamente el Tratado de Versalles. Al final la Sociedad de Naciones no es una sociedad universal, que es lo que pretendía ser. Sin Estados Unidos, pero también sin Alemania, la Unión Soviética, ni Japón, ni Italia... Pese a ello, tuvo algo positivas: las naciones unidas habrían impedido el rearme de la Alemania hitleriana, pero de la Sociedad de Naciones sale la Organización Internacional de Trabajo, la Unesco, se crea el Tribunal Permanente de Justicia Internacional...

- ¿A qué juega Estados Unidos ahora en el marco internacional?

-Una de las líneas de la política exterior norteamericana ha sido muchas veces mantenerse al margen: el movimiento aislacionista. Así entraron más tarde en la Primera y en la Segunda Guerra mundiales. Es la política que llevan a cabo ahora para poder encarar el "America First", de Trump. Replegarse, mirar hacia dentro, preocuparse sólo de la sociedad norteamericana. Tienen una cierta desconfianza hacia las organizaciones internacionales

- ¿Y eso cómo se soluciona?

-El repliegue de Estados Unidos hacia sí mismos debe compensarse por los que sí que creemos en las organizaciones internacionales, a los que consideran que es bueno continuar en la labor de codificación del derecho internacional, que los estados no son el único sujeto de derecho internacional porque las organizaciones internacionales tienen mucho que decir.

- ¿Cómo se enfrenta España a la situación política de Venezuela o Nicaragua?

-Nosotros tenemos un interés prioritario por Iberoamérica y en ese sentido nos sentimos muy preocupados por la situación actual de Venezuela, que es de extrema gravedad. Nos sentimos solidarios con el pueblo venezolano, que vive un mal momento. La situación venezolana está causando gran sufrimiento: tenemos una gran colonia e intereses económicos fuertes.