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El paso de peatones más lento del mundo

Los viandantes deben esperar más de cinco minutos por la luz verde para cruzar la arteria del puerto a la altura de Larrañaga

Dos jóvenes y un perro esperan para cruzar en el paso de peatones de la avenida Conde de Guadalhorce. R. SOLÍS

Para cruzar (legalmente) el paso de peatones de la avenida Conde de Guadalhorce junto al paso Larrañaga hay que armarse de paciencia. De mucha paciencia. "Es horrible, vengo por aquí todos los días caminando y pueden pasar quince minutos y el semáforo para peatones sigue en rojo", señala Mati Fernández, con ropa de caminar y con un cabreo considerable a cuenta del dichoso semáforo.

Los vecinos protestan también porque el pulsador para que la luz cambie a verde para poder pasar "no funciona". "Si funciona debe ser los días que yo no vengo, porque uno ya cansa de picar y picar y nada, ahí sigue: rojo", señala María Pérez, también habitual caminante del paseo de la ría.

Sebas Rodríguez va todos los días al Niemeyer a "dar una vuelta". Desde hace un par de meses prefiere ir por el margen derecho de la arteria del puerto, salvo ayer, que quería enseñarle los barcos a su primo cántabro Marcos Rodríguez, y no le quedó más remedio que cruzar el paso del "semáforo más lento del mundo".

"Esto es increíble, lleva así años y aquí todo el mundo se lava las manos; nadie repara esto, no se dan cuenta de que por aquí pasan decenas de personas todos los días", abunda Sebas Rodríguez.

LA NUEVA ESPAÑA midió ayer el tiempo de espera y supera los cinco minutos. A ese minutaje hay que añadir que el semáforo para peatones, cuando se pone en verde, apenas llega a los treinta segundos de duración. Por eso, muchos peatones cruzan en rojo, eso sí, mirando a ambos lados para evitar que pase algún vehículo por el transitado vial. "¡Cómo no voy a cruzar en rojo!", justificó durante la noche de San Agustín el castrillonense Berto Suárez, que quería acudir al concierto de Rozalén en el Centro Niemeyer. Esa noche, el gaditano Manuel Ramírez se echaba las manos a la cabeza para expresar su hartazgo: "¿Esto lo saben los políticos de esta ciudad? Si no lo saben, los ponía yo aquí a esperar a gatas para que lo solucionen".

Los turistas suelen tener paciencia cuando viajan. Lo dicen las madrileñas Paqui Carrillo y Mercedes Mangas. "Pero esto es pasarse", remarcan. Estaban en el parque del Muelle, vieron los barcos deportivos amarrados en la ría y querían hacerse una fotografía. "Para un tramo que se tarda nada, al final pasamos un cuarto de hora para hacer una foto; si alguien tiene prisa por cualquier circunstancia, que se olvide de cruzar por aquí", señalaron ambas. "Esta queja no es nueva, pero parece que hay que decir las cosas mil veces para que las arreglen". concluye el avilesino Mario Pérez.

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