Las mujeres que estén amamantando a sus bebés y sufran alguna patología que requiera su ingreso en el Hospital Universitario San Agustín podrán compartir la habitación con sus hijos con el único fin de mantener la lactancia materna, que de otra forma probablemente se perdería. Con el fin de mejorar las estadísticas y en beneficio de las mujeres y sus retoños, el complejo sanitario ha adquirido también nuevos extractores de leche de uso hospitalario para aquellas madres con dificultad para amamantar, como avanzó ayer la directora de Atención Sanitaria, Lidia Clara Rodríguez, en la inauguración de la Semana de Lactancia Materna, que continúa hoy en El Quirinal.

Muchas madres abandonan la lactancia al mes, y la mayoría cuando los bebés cumplen 16 semanas, curiosamente, cuando la muchas deben reincorporarse a su puesto de trabajo después de la baja maternal. "La lactancia materna es la manera natural y óptima de alimentar a un bebé. Por eso, seguiremos trabajando desde nuestro Hospital en la mejora de la atención a mujeres y lactantes", recalcó Rodríguez. Otra medida adoptada en este sentido es que en el San Agustín ya no se entregan a los padres cajas de muestras con publicidad de diferentes marcas de leche para bebés. "Seguiremos ampliando la formación de los profesionales y se trabajará en la coordinación entre distintos servicios", dijo la directora de Atención Sanitaria.

Rodríguez dio voz a la supervisora en funciones de Partos, Aránzazu Muñoz, que sentenció: "La lactancia no es fácil y la mujer necesita apoyos tanto de los profesionales como de su entorno más próximo". De lactancia hablaron ayer en el Hospital Universitario San Agustín dos mujeres que son un ejemplo de madres lactantes: Carla Reyes, avilesina de 30 años madre de Eiden y Liam Reyes Asperilla, de dos años y medio y un mes y medio e Irma Merayo, de 39 años, y madre de Álvaro y Pablo Fernández de 6 años y 16 meses. Ambas pudieron compartir habitación con sus hijos en sendos ingresos hospitalarios.

"Cuando me quedé embarazada de Liam me preocupaba qué iba hacer cuando diera a luz pues mi hijo mayor seguía lactando. Gracias a las matronas que me atendieron y a la dirección del Hospital pude estar ingresada con Eiden y seguir dándole de mamar. Fui la primera en conseguirlo y estoy orgullosa de haber sentando precedente para otras mujeres que se vean en la misma situación", explicó Carla Reyes. De esto hace un mes y medio.

Irma Merayo también pudo tener a su hijo en la habitación con el fin de mantener la lactancia materna en exclusiva, aunque su caso es distinto al de Reyes. "Después de nacer Pablo, que ahora tienen 16 meses, estuve ingresada varios días por un problema de salud que no tenía que ver con el bebe y me permitieron tener a mi hijo conmigo para darle de mamar", explica. Ambas mujeres agradecen a la dirección del Hospital San Agustín -encargada de dar el visto bueno de las peticiones que reciba en este sentido- la sensibilidad demostrada con las mujeres lactantes así como los avances logrados hasta hoy. "Mis hijos se llevan casi cinco años y en este tiempo han cambiado muchas cosas que facilitan tanto el parto como la lactancia", subraya Merayo, que no dudó en participar en una visita guiada por la sala de partos antes de dar a luz.

Carla Reyes continúa amamantando a sus hijos. Lo hace en tándem. "Los beneficios para los niños y para la mujer son de sobra conocidos y compensan el cansancio que puede suponer alimentar a un hijo con lactancia materna exclusiva", recalca. También practica el porteo y el colecho. Para criar a su hijos, eso sí, dejó de trabajar. "Me parecía imposible trabajar y practicar una crianza de apego y es complicado porque se prima más el capitalismo que la humanidad", sostiene.

Irma Merayo da el pecho "ya como consuelo" a su hijo de 16 meses, Pablo Fernández. A diferencia de con el primero, esta avilesina hizo oídos sordos con tesón y la ayuda de los profesionales sanitarios a esas frases que en ocasiones llevan a abandonar la lactancia: "Llora por hambre, dale biberón". De eso, nada.