Los vecinos de Llaranes, El Cruce y Garajes, principalmente, no daban crédito ayer a la gran humareda surgida por el accidente en baterías de coque. A algunos vecinos, los de más edad, se les vino a la memoria aquella explosión ocurrida en febrero de 1971 cuando una caldera de vapor y agua sobrecalentada de la acería LD-I saltó por los aires. Aquel accidente le costó la vida a diez personas, hirió a más de ochenta y sumió a la ciudad en el caos.
"Cuando vi el humo pensé en aquella explosión y dije: 'como siga así volamos todos'", señaló Carolina Cernuda, que conversaba con Maruja Agúndez y José Ramón Martínez en el entorno del antiguo Hospitalillo de Ensidesa a media tarde. "Estábamos asustados cuando vimos el humo, a los bomberos, esperamos que nadie estuviera herido", apuntó Martínez. Agúndez, por su parte, manifestó que los vecinos, sobre todo los de El Cruce -el barrio más cercano a la planta de coque- desean que "quiten de una vez las baterías". "No queremos que acaben así, pero es que no hacemos más que comernos el carbón", afirmaba Agúndez, refiriéndose a la suciedad y a la contaminación que provoca la calentamiento del carbón previo a su conversión en gas de coque. Alejandro Blanco, que trabaja en una obra próxima al antiguo Hospitalillo, estaba en plena faena cuando comenzó a ver una gran humareda procedente de Baterías. "Vimos humo negro donde las chimeneas, vimos pasar ambulancias y camiones de bomberos, y pensamos lo peor", dijo.
Manuel Rodríguez, que esperaba el autobús en El Cruce para dirigirse a Avilés confiaba en que nadie estuviera herido tras el accidente. "Espero que nadie se mancara ni muriera, todo lo demás tiene solución, lo único que deseo es que retiren las dichosas baterías y mantengan los empleos", concluyó.
