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"Los padres son los mejores terapeutas para tratar la hiperactividad de un niño"

"Este problema acompaña siempre; la prevalencia es alta en edad adulta y con dificultades crónicas porque se arrastra un pasado de frustración"

Beatriz Fernández Carrera, durante una charla. FERNANDO RODRÍGUEZ

La psicóloga general sanitaria Beatriz Fernández Carrera, especialista en Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), expondrá mañana ante un grupo de profesores de música del Conservatorio "Julián Orbón" los trastornos y las dificultades que interfieren en el aprendizaje y cómo actuar desde la parte docente. La experta dirigirá un curso de tres horas de duración -entre las 11.00 y las 14.00- en la Casa de Cultura de la plaza de Álvarez Acebal en el que ofrecerá a los asistentes una serie de pautas para mejorar la marcha de las clases en las que los profesores cuentan con alumnado con diferentes problemáticas.

- En el caso del TDAH, ¿qué es y cómo se identifica?

-Es un trastorno del neurodesarrollo que afecta a regulación de las emociones, de la atención, lo impulsos y el movimiento. En él están implicadas las funciones ejecutivas, de coordinar y supervisar, que regulan a otras. Hay diferentes subtipos, las personas que predominan en una sintomatología de movimiento y impulsividad (niños más movidos, más difíciles de manejar, con fuertes rabietas, con eclosiones de genio), los que tienen una deficiencia para regular la atención en tareas que requieren concentración, y la combinada.

- ¿Cómo se manifiesta el déficit de atención en clase?

-Si vamos solo a la sintomatología de atención es visible en la edad escolar, ya que requiere estar sentado, concentrado, recordar cosas. Y si el niño tiene más predominancia de sintomatología inquieta, tiene problema de conducta. No obstante, aunque un padre o profesor se queje del comportamiento del pequeño, no quiere decir que tenga el trastorno, hay que observar mucho y trabajar para su diagnóstico.

- ¿Significa que es difícil de diagnosticar?

-En un diagnóstico confluyen varios factores, de ahí que se necesite evaluar muy bien todo el contexto y si persisten las características nucleares del TDAH . Puede aparecer otras dificultades, ya que hay trastornos que tienen en común síntomas, como dislexia; hay que seguir mucho cada caso para poder discriminar.

- ¿Este trastorno genera problemas emocionales?

-Sí, de ansiedad, depresión, dificultad de aprender y problemas de conducta por ser niños con bajo concepto de sí mismos ya que suelen ser muy reñidos y corregidos continuamente. Asimismo, puede presentar problemas familiares y de desestructuración.

- ¿Los padres y profesores tienen la formación para abordar este trastorno?

-Se ha avanzado mucho, cada vez están más informados. En los centros educativos hay un equipo de orientación y un protocolo de actuación que está pautado. Con los padres se trabaja mucho, tienen que aprender a reeducarse, adaptase a todo lo que les frustra y les impide poner en práctica las pautas que les damos los profesionales. Educar requiere firmeza, cariño y calma, y esta última se puede perder con facilidad.

- ¿Cómo repercute en la familia un niño con TDAH?

-Vivir con un niño de hiperactividad e impulsividad puede llegar a agotar, es una demanda constante. Entre las madres hay muchos casos de depresión, la educación de estos hijos tiene una carga muy alta ya que la autonomía del niño es fallida, hay que estar recordando constantemente. La educación es a largo plazo, necesitan múltiples repeticiones y eso es muy cansado. Siempre que se trabaja con un niño hay que hacerlo con los padres, ellos son los mejores terapeutas, hay que educarlos para que ejecuten.

- ¿Puede desaparecer el TDAH o es un trastorno de por vida?

-Acompaña toda la vida. En un porcentaje se reduce, pero la realidad es que prevalece en mayor o mejor grado. La prevalencia es alta en la edad adulta, con dificultades crónicas, ya que la persona arrastra un pasado muy corregido, de frustración, cansancio, agotamiento... Hay gente que puede estar adaptada, pero a nivel emocional les persigue una sensación de frustración porque son conscientes de que podrían hacer más, pero no llegan. El trastorno va evolucionando con el desarrollo. La impulsividad prevalece, así como el tema de la atención, la gestión de tiempo, la desconcentración y los despistes: se reduce con los años la inquietud motora.

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