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La cantina de Renfe brinda a su salud

El hostelero Arsenio Fernández desempolva su colección de vinos como aperitivo al 80.º aniversario del popular local de la estación

Arsenio Fernández, "Tito", contempla la colección de botellas de vino que expone en la cantina. MARÍA FUENTES

No son ni de lejos las botellas de vino más valiosas de la soberbia colección que atesora el hostelero Arsenio Fernández, "Tito", y previsiblemente su contenido no esté en condiciones de ser bebido, pero hay una buena razón para que el dueño de la cantina de Renfe les tenga un cariño especial: corresponden a una cosecha de Rioja de 1939 y, por tanto, coinciden con el año de fundación del negocio familiar. Se trata de dos botellas de la marca Siglo vestidas con la tela de arpillera que caracteriza a la gama "Siglo Saco", lanzada precisamente al mercado el año que finalizó la guerra civil española y que se convirtió en el emblema de los vinos de crianza de la bodega riojana AGE. "Seguro que está estropeado porque ha pasado mucho tiempo, pero nunca se sabe... el vino es un ente vivo y a veces da sorpresas", comenta el hostelero mientras mira con orgullo el cartel que informa de la añada en cuestión: 1939.

La exhibición de parte de la colección de botellas de vino que juntó Tito en las cinco décadas que lleva metido en la hostelería tienen como propósito "calentar motores" de cara a la celebración, el próximo mes de marzo, del 80.º aniversario de la fundación de la cantina, un lugar con un encanto especial del que han disfrutado varias generaciones de avilesinos y miles de viajeros de paso.

Coleccionista compulsivo -además del vino, Tito tiene otras fijaciones como las jarras de whisky y los objetos navales-, el hostelero tiene además buena memoria y es capaz de dar detalles de casi todas las botellas expuestas, que son medio centenar. "Esta" -comenta señalando una botella de la marca Perelada- "es de la edición limitada que se embotelló para la boda del Rey Balduino de Bélgica y la española Fabiola de Mora, celebrada en 1960. Llegó a mis manos gracias al pintor Favila, a quien a su vez se la habían regalado años atrás", explica Tito. Una botella, por cierto, que no tienen ni en la bodega catalana que la corchó.

Entre los vinos a la vista de los clientes de la cantina hay exquisitices carísimas como sendos reservas de "Marqués de Riscal" de 1970 y 1982, dos de los años que, junto a 1964, proporcionaron tres de las mejores cosechas de Rioja del pasado siglo. "Ahora no tiene tanto mérito hacer buenos vinos porque hay mucha tecnología al servicio del sector y la experiencia es un grado. Mérito de verdad lo tenía la gente de antes, que con mucho menos medios lograban vinos redondos como estos", apunta el hostelero.

Reacio a hablar de precios -"las cosas valen lo que alguien está dispuesto a pagar por ellas", comenta con astucia-, el cantinero de la Renfe regala la última anécdota referida al vino expuesto: "Esta es la única que está vacía (se refiere a una botella de la prestigiosa y carísima marca "Pétrus"); y lo está porque es lo que queda de un trato con un cliente que me propuso que yo pusiera la comida y el traería el vino. Y llegó con esta botella... Sin duda fue una de las comidas en las que más dinero he ganado".

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