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Don Pedro pasa revista a la tropa

La apertura del V Centenario del Adelantado, más voluntariosa que despampanante, evidencia falta de ensayos y deja margen de mejora para los actos que están por llegar

Que el impertinente timbre de un teléfono móvil alterase el responso por el descanso eterno de Pedro Menéndez en la iglesia de San Antonio de Padua, donde está su tumba, o que los fallos del aparato de megafonía arruinasen el discurso de la alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín, delante de la estatua del marino son dos anécdotas menores, pero ilustrativas de cómo discurrió la cosa en una jornada concebida como la obertura del "Año de Menéndez", la celebración del 500.º aniversario del nacimiento del avilesino del siglo XVI que alcanzó fama como navegante y gloria como conquistador de tierras de La Florida para la Corona de España.

La onomástica de Pedro Menández, tal día como ayer, servía en bandeja la primera ocasión de muchas que habrá durante 2019 para homenajear, exaltar y divulgar la figura del Adelantado de La Florida. Una comisión multidisciplinar que lidera el Ayuntamiento trabaja en diversos frentes para el mayor lucimiento de la efeméride y es de imaginar que, después de ayer, quien dirige la orquesta tomará nota de que la sinfonía aún necesita de retoques en la partitura y más ensayos. Porque si bien es cierto que se logró el objetivo de movilizar a las fuerzas ciudadanas, militares y políticas -estas últimas con la excepción del tripartito IU, Somos y Ganemos-, el desarrollo de los actos programados denotó improvisación y evidenció la existencia de margen de mejora si de lo que se trata es de lucir la figura de Pedro Menéndez más alla de cubrir el expediente.

Las autoridades civiles y militares, así como los miembros de las asociaciones colaboradoras en los actos del V Centenario de Pedro Menéndez, habían sido citadas a las 11.30 horas delante del Ayyuntamiento, desde donde la comitiva marchó mezclada y sin mayores formalidades por la calle La Ferrería sin hacer mención, así fuera como apunte, al paso por delante de la zona donde la tradición ubiuca la casa natal del marino.

El destino era la iglesia de San Antonio de Padua, antiguamente de San Nicolás, donde se bautizó y reposan los restos de Pedro Menéndez. El párroco, Ángel Llano, parecía no estar prevenido de la llegada del cortejo y tardó cinco interminables e incómodos minutos en ponerse la casulla para dirigir el responso por el descanso eterno del insigne marino.

Cumplido el precepto religioso con un hombre que la historia describe como "católico ferviente", los pasos se encaminaron al parque del Muelle, donde se ubica la estatua centenaria de Pedro Menéndez. Salvo los militares, disciplinados y acostumbrados a formar, pocos sabían cuál era su sitio en la composición escénica y así fue que el jefe de protocolo del Ayuntamiento tuvo que colocar a los concejales en su lugar e intervenir para ordenar el posado ante los fotógrafos. El grupo de personas vestido de época para dar colorido a la jornada quedó desplazado al fondo y la banda de música -en formación de mínimos- ladeada.

Desde su pedestal, cual proa de una galeón imaginario, Pedro Menéndez puso pasar revista a la tropa dispersa por la cubierta. A su diestra, la dotación del patrullero "Centinela", debidamente cumplimentada por el comandante naval de Gijón, Carlos Orueta Lueje; a su izquierda, los veteranos de la Armada de la asociación "Lepanto". Y por todas partes, formando una concentración de uniformes por metro cuadrados como nunca se había visto en Avilés, mandos de las Fuerzas Armadas, además de miembros de colectivos afines y de los cuerpos policiales.

La cronista oficial de Avilés, Pepa Sanz, tocó la fibra sentimental de los asistentes perfilando a un Pedro Menéndez virtuoso, leal, tenaz y desprendido. Carlos Orueta, marino al fin y al cabo, ensalzó el coraje, inteligencia y valor del Pedro Menéndez militar en un discurso tanto o más emocionante que el de la cronista. De lo mejor de la jornada.

Como manda el canon marcial, la música acompañó la ofrenda floral. Sonaron el "Himno de Pedro Menéndez", aunque pocos sabían qué estaban oyendo, y el de España, con cuyas notas los militares se cuadraron. Ahora comienza el verdadero zafarrancho; hay todo un año por delante para llevar el barco a buen puerto.

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