Fue un detalle inapreciable para el ojo poco entrenado, pero que no pasó desapercibido para los devotos de la Virgen de los Dolores con buena memoria fotográfica. El manto negro bordado con hilos de oro -obra de Encarnación Blanco, "Chona"- con el que se cubre la madre de Jesús se descolgaba este año unos centímetros por el larguero de madera que cierra la parte trasera del paso; en anteriores procesiones la pieza iba más recogida, "volaba" menos y la tela era forzada a hacer arrugas. Este cambio ha venido acompañado del estreno del armazón interno de madera que soporta la prenda. De este modo, el manto, que mide unos diez metros cuadrados, queda desplegado como si fuera un abanico abierto en toda su extensión.