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"Dadles un beso a los policías que me salvaron", dice el joven que se intentó cortar el cuello

"No sé cómo agradecérselo a la Policía, al SAMU y a los médicos", destaca el padre del chico l Los agentes usaron spray pimienta para reducirlo

Cristian Merelles, sonriente, en una silla del Hospital San Agustín.

"Dadles un beso muy fuerte de mi parte a los policías que me salvaron". Este es el mensaje que ha dado a su padre Cristian Merelles, el joven que trató de quitarse la vida con un cuchillo en su domicilio de La Carriona la semana pasada y que sobrevivió gracias a la rápida intervención de agentes de la Policía Nacional y de los Servicios de Emergencia. Su progenitor, que se deshace en elogios hacia el trabajo de la UVI Móvil y de la Policía Nacional, asegura que el chaval, que actualmente continúa su recuperación en el Hospital San Agustín, está evolucionando a pasos agigantados. "Cada día está mejor. Saldrá adelante", afirma Manolo Merelles, conocido por todos en el barrio como "El Viejo".

En este caso, la gratitud a los agentes y a los servicios de emergencia no es gratuita. Y es que la intervención en cuestión fue peliaguda. Tuvo lugar el pasado 26 de junio. Merelles, que ya se había autolesionado unos días antes y había sido atendido y dado de alta por los servicios médicos, cogió un cuchillo y se atrincheró en su habitación. Ante esta situación, su madre decidió llamar a la Policía. En apenas unos instantes, en su domicilio de La Carriona, se personaron varias dotaciones de la Policía Nacional. Los agentes consiguieron acceder al interior de la habitación pese a la oposición del chaval y lograron reducirle, para evitar que se siguiese autolesionando. Para ello, y dado que el joven se encontraba fuera de sí, se vieron obligados a utilizar spray pimienta. El aerosol no sólo afectó a Merelles, sino también a los propios policías que, no obstante y pese a la sensación de asfixia, pudieron taponar la herida que el joven se había ocasionado en el cuello, por la que perdía abundante sangre.

Todo esto sucedió en siete minutos, que fue el tiempo que tardó el Servicio de Asistencia Médica Urgente (SAMU) en llegar al domicilio. Los médicos se encontraron una escena casi dantesca: había un enorme charco de sangre, el joven estaba al borde de la muerte y los agentes taponaban la herida como podían, mientras trataban de tomar aire por las ventanas. Pese a las circunstancias y a la dificultad que suponía el spray pimienta, los facultativos consiguieron estabilizar al chaval y trasladarlo al Hospital Universitario Central de Asturias, donde fue intervenido y pasó sus horas más críticas.

"No sé cómo agradecer a toda la Policía Nacional, a los Servicios de Emergencia, al personal del HUCA y del San Agustín la atención que han dado a mi hijo y lo bien que nos han tratado a toda la familia. Ha sido excelente. Sin ellos él no estaría vivo", decía ayer Manolo Merelles, quien también extendía los agradecimientos a todos los vecinos de La Carriona. "Se están preocupando mucho por nosotros y nos arropan. Nos quiere todo mundo", agregó "El Viejo".

Afortunadamente para la familia, Cristian evoluciona favorablemente. Lo hace en la planta de Psiquiatría del Hospital San Agustín, donde por ahora pasará unos días. "No nos importa lo que tarde en salir, pero que salga bien", apunta el progenitor sobre un proceso que el chaval afrontará de manera progresiva. "Primero le dejarán ir bajando a la cafetería y salir poco a poco con la familia y luego ya irán viendo los médicos", explica.

Por el momento, tiene las visitas restringidas. "Sólo unas horas y la familia. De pocos en pocos, porque si nos plantamos muchos allí el chaval se agobia. Lo importante es que esté tranquilo", expresa "El Viejo" quien, por otro lado, quiere dejar al margen de los breves encuentros hospitalarios a los amigos del joven. "La mayoría de la gente con la que andaba no me gusta. Ya le dije que fuese cambiando de aires", advierte el mayor de los Merelles.

A buen seguro Cristian le hará caso. Porque, tal y como asegura su padre, ya da muestras de mejoría en su ánimo. "Quiere salir adelante y lo va a hacer. Sólo tiene 19 años. Está empezando la vida", resalta su progenitor, sobre un mensaje que ya parece haber calado en su hijo, "al que todo el mundo conoce también como Merelles" y que trabajaba esporádicamente para un mayorista de pescados. "Nos dijo que estaba muy arrepentido de lo ocurrido y que menuda había liado", revela el padre, que vuelve a insistir en la gran labor de los Servicios de Emergencia y sanitarios. "Sin toda la Policía Nacional que nos ayudó y los médicos estaríamos ante una desgracia. No sé cómo agradecérselo", repite el padre de una familia que, poco a poco y con la fuerza de todo un barrio, va recuperando la normalidad.

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