Conforme a la opinión de los expertos, la probabilidad de sobrevivir a una parada cardiorrespiratoria se reduce a la mitad en el sexto minuto. J. E. T., madrileño de 23 años, tuvo la desgracia, precisamente, de ser víctima ayer de una indisposición cardiaca en el paseo marítimo de Salinas cuando salió a correr al mediodía y estuvo casi 20 minutos sin bombeo sanguíneo. Afortunadamente para este turista, Marcos Rodríguez y David Martín, dos socorristas de la playa, le hicieron reanimación cardiopulmonar (RCP) hasta la llegada de los servicios de emergencia. "Ha sido un susto tremendo. Ese chico ha vuelto a nacer", aseguró Rodríguez. "Entró en parada y le hicimos una RCP como establece el protocolo", prosiguió. "Cuando Marcos me avisó fui rápidamente con el desfibrilador", señaló Martín. "Además, una enfermera y una médica que paseaban por la zona nos ayudaron", finalizó.

María Alonso fue la que encontró a J. E. T. sentado en uno de los bancos del paseo marítimo de Salinas. "Me acerqué a ayudarlo porque se le habían caído las gafas y de repente se desplomó al suelo", manifestó la mujer, que fue la primera persona en ayudar al chaval. Por su parte, Isabel Suárez, que también pasaba por allí, se topó con la desagradable situación: "Rápidamente fui a avisar al servicio de salvamento". Con J. E. T. ya en manos de los socorristas, los testigos avisaron a Emergencias, que envió al lugar una ambulancia y dos UVI móviles. Los sanitarios tomaron el relevo asistencial a los socorristas y lograron estabilizar a la víctima, que según testigos "levantó la cabeza y mostró claros signos de mejoría".

El joven madrileño fue llevado al Hospital San Agustín de Avilés y se encuentra en la unidad de cuidados intensivos, donde se le han realizado pruebas para averiguar la causa de su desvanecimiento. La previsión es que permanezca ingresado como mínimo hasta el lunes. Fuentes cercanas a la familia aseguraron que "por el momento no saben lo que le pasó". Asimismo, manifestaron que el muchacho "se encuentra estable y consciente".

J. E.T. había llegado de Madrid hace un par de días para pasar las vacaciones en compañía de su familia. Lo que no estaba en sus planes y seguro que nunca olvidará de este viaje serán los nombres de Marcos Rodríguez y David Martín, los ángeles de la guarda que le salvaron la vida.