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Con una mochila pisada: el hilo del que tiraron en un instituto hasta detectar un abuso sexual a una menor

"Hay que actuar en cuanto existen indicios graves", señala el orientador del IES de la Luz cuya gestión ha sido reconocida por el Tribunal Supremo

Exterior del Instituto Virgen de La Luz. MARA VILLAMUZA

"El papel de un orientador es velar por el bienestar del alumnado. Hicimos lo que debíamos hacer", señaló ayer el orientador del IES de La Luz, Ricardo Cancio, que fue uno de los profesionales que ayudó a resolver un caso de abusos sexuales hacia una alumna de su centro en 2016. El Tribunal Supremo confirmó hace dos días la condena de 16 años de cárcel para un hombre por esos abusos a la joven (que practicaba a cambio de darle droga) y puso de ejemplo nacional la intervención del instituto avilesino. "Indagamos con entrevistas al alumnado y a las familias", señaló el docente.

Según el relato de Cancio, la investigación partió de una mochila. La víctima la había dejado en el patio y varios alumnos le tiraron tierra y la pisotearon para ensuciarla. Al indagar sobre quién había realizado esa fechoría, dos estudiantes indicaron que la chica (entonces de 14 años) "se lo merecía" porque se veía con un hombre "que le hacía tocamientos" a cambio de "porros". Fue entonces cuando el centro inició su labor.

"A última hora de ese viernes, ella lo negó todo; y el lunes, a primera hora, también", explicó Cancio, que trabajó codo con codo con la dirección del instituto para resolver este caso. Tras entrevistarse con alumnos, "se comprobó que el relato coincidía" y, ese mismo lunes a la hora del recreo, la víctima "lo confirmó". "Como era un tema grave, evidentemente llamamos a su madre y le contamos la situación: le planteamos que o bien denunciaba ella o bien nosotros como centro". La Policía Nacional visitó el centro en varias ocasiones para recabar más pruebas. "La menor también recibió apoyo psicológico y se incorporó al centro con normalidad", señala el orientador del IES de La Luz, que se muestra "satisfecho" de la labor desarrollada por el instituto.

"Ante cualquier indicio hay que actuar", recalcó el orientador, que tuvo que declarar en el juicio celebrado en la Audiencia Provincial de Asturias, cuya decisión fue elevada al Supremo, que ratificó una condena de 16 años de prisión al agresor, un hombre de 59 años, por un delito continuado de abuso sexual a menor de 16 años y por un delito contra la salud pública de drogas que no causan tan grave daño a la salud facilitada a menores de 18 años. El Alto Tribunal destacó la labor del orientador del centro "porque los hechos, o no se hubieran descubierto, o lo hubieran sido muy tarde, con el componente de daño añadido por la persistencia que estos ataques sexuales comportan a los menores".

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