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MANUEL GONZÁLEZ | PRESIDENTE DEL CASINO DE AVILÉS

El comercial de verbo ágil que sostiene un emblema

El líder de la histórica entidad trabajó de vendedor y le gustan las bromas, el mus y tocar la batería

Manuel González, en el Casino de Avilés. MARA VILLAMUZA

A Manuel González Iglesias (Avilés, 1946) le gusta que le llamen Manolo, así a secas. Es un hombre conocido en Avilés porque su padre, Manolín el camarero, también lo era y porque también ha hecho méritos para ello, primero como comercial y en los últimos años como presidente del Casino. Nació en la calle Generalísimo Franco que es como a él le gusta llamar a La Cámara. Se autodefine como "retorcido". Desde crío siempre fue inquieto, incluso a veces en grado superlativo. Creció en los tiempos en los que Avilés apenas llegaba a los 20.000 habitantes. Acudió al colegio de Las Monjas que tenía a pocos metros de su casa, pero estudiar, confiesa, nunca le llamó la atención. De niño le gustaba más llamar a los timbres que hincas los codos. Pasó al instituto y llegó al Carreño Miranda sin finalizar el Bachiller Superior. Está casado con Pilar Fernández, tiene tres hijos y dos nietos.

Con una labia que, según sus palabras, le vale tanto para vender metralletas como peines, inició su vida laboral. Comenzó a trabajar en la Fundición del tranvía de vapor del litoral asturiano. "Por sus iniciales, TV, yo siempre decía que trabaja en la televisión", dice con picardía. Por aquel tiempo, Manolo González se juntó con otros cinco amigos para montar "Los Seniors", un grupo de música que cantaba por "Los Brincos", "Los Bravos" y aquellas bandas de los primeros años sesenta. Entonces, tocaba la batería, instrumento con el que sigue a día de hoy poniendo el ritmo de bossa novas, entre otros estilos. Con "Los Seniors" ganó el concurso "Rumbo a la Gloria" de 1964, que consistió en un trofeo, una placa y 12.000 pesetas de la época, "un pastizal", comenta.

La mili le tocó en El Ferral (León). "Fui a la brigada de ataque especial..., a la banda de música a tocar el tambor", sonríe mientras relata que tras licenciarse volvió a Avilés. Ensidesa funcionaba a pleno rendimiento y González entró a trabajar en una planta en construcción. Dice que como se aburría, pronto pidió la cuenta. Y al poco ya estaba trabajando dentro del equipo de ventas de una droguería y perfumería. Discutió con el jefe y, de nuevo, volvió a pedir la cuenta. "En aquellos años, había mucho trabajo. Era fácil encontrar", destaca.

Después pasó a formar parte de Purlón y, de nuevo como comercial, esta vez de productos cárnicos. "Siempre cumplía objetivos", destaca. Mientras tanto, seguía como músico, en la orquesta "Casablanca" y el grupo "Galas", entre otros, siempre como batería.

Tras un tiempo de comercial en Purlón, se juntó con otros vendedores de la fábrica para ir por libre. Su nueva andadura "duró menos que un caramelo a la puerta de un colegio". González se repuso del varapalo y se presentó en la cadena Decoralia para trabajar como encargado en decoración de cinco tiendas, cuatro en Gijón y una en Avilés. Tal fue su labia sin tener idea alguna de decoración que acabó por convencer a la empresa que le contrató. "Me enseñó el negocio Pepe Sánchez Ocaña", señaló.

Poco a poco, se fue especializando en el mundo de la decoración y llegó a ser distribuidor comercial de los productos de Sarriá compañía papelera de Leiza. "Era el mejor papel de pared que existía", abundó Manolo González, que montó una tienda de nombre Decoraciones Diavi en 1979 y que aún atiende su hermano Ángel Ramón. Fue en ese negocio donde se jubiló.

Además de la batería, le encanta jugar al mus. Es conservador, es decir, juega solo con buenas manos y no le gusta hacer faroles. La música la mantiene viva. Suele ir a tocar a casa de su amigo Fernando Arias. Mueve bien las baquetas con el chachachá y la bossa nova y con los boleros se defiende a la voz. Es más tiene encandilado a más de uno con "Contigo en la distancia" a capella.

Lleva 25 años como socio del Casino de Avilés y doce en la junta directiva. Comenzó como tesorero y opina que las cuentas de la asociación que ahora preside son como la economía doméstica. Desde hace dos mandatos es presidente y su cargo vence en julio. "Desde que vine, sigo y sigo y cantamos para bingo", comenta el presidente de una de las sociedades más antiguas de la ciudad, un hombre que le encanta hablar, hacer bromas y disfrutar de la vida con una batería cerca.

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