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FERNANDO SÁNCHEZ-CABEZUDO | Asesor cultural del Ayuntamiento y coordinador artístico del Centro Dramático Nacional

"La producción cultural tiene su coste, pero debemos hacerla accesible para todos"

"Entiendo que la gestión en mi ámbito profesional también es creación: coordinar los proyectos en los barrios es creación ligada a la gente"

Fernando Sánchez-Cabezudo, en una imagen de archivo.

Fernando Sánchez-Cabezudo (Madrid, 1979) es, desde hace un mes, asesor cultural del Ayuntamiento de Avilés y, desde hace apenas una semana, nuevo coordinador artístico del Centro Dramático Nacional (CDN), mano a mano con Alfredo Sanzol. Y, siendo todo esto, también es el responsable del proyecto "Storywalker. Llaranes": historias del barrio dramatizadas y llevadas a una página web. Y, además, también trabaja como actor, como escenógrafo y como productor teatral (tiene un premio "Max" por sus "Historias de Usera"). Conversa con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono acerca de su nueva aventura avilesina.

- Un mes ya.

-Empecé a comienzos de diciembre.

- ¿Y qué tareas tiene encomendadas?

-Se publicaron mis funciones hace no mucho. Ya sabe que estoy muy ligado a Avilés: allí he presentado varios montajes, últimamente con Alfredo Sanzol. Lo último que hice fue el proyecto "Storywalker. Llaranes", que me acercó más si cabe a la realidad avilesina. Es decir, que estoy implicado con la ciudad y con sus vecinos. Con este bagaje empiezo mi colaboración.

- No va a programar teatro.

-No, no. Lo mío es una asesoría externa. Lo que haré será aconsejar y llevar a cabo proyectos durante lo que queda de año, el del centenario del teatro Palacio Valdés.

- Ha sido actor, director, productor, escenógrafo... ¿Qué cargo le pongo cuando escriba la entrevista?

-Empecé como actor y lo fui durante mucho tiempo. Luego pasé a la dirección escénica. Los trabajos de dramaturgia son colaterales, en tanto que soy director. He sido durante mucho tiempo gestor cultural, que es donde estoy ahora de nuevo. Las escenografías también son coyunturales. O sea, que director y gestor.

- Lo del teatro, ¿le viene de familia?

-Eso es. Desde muy pequeño. A mis hermanos (Jorge y Alberto) les pasó lo mismo, pero luego se pasaron al cine y a la televisión. Así que sí, es cosa familiar.

- ¿Qué le seduce del teatro?

-El trabajo en equipo. Eso es lo que nos llevó a crear la sala Kubik, en el barrio de Usera, donde aprendí a crear sinergias con el público, a acercarme a él. Eso, por un lado. Por otro, también aprendí a atraer al público a la sala.

- Hablemos de la sala.

-Vale.

- Durante un tiempo marcaron tendencia en la escena alternativa.

-No sólo nosotros. También La Casa de la Portera y otras más. Lo que hicimos en la Kubik es lograr una nueva mirada en el teatro: más social y más actual. Cuando empezamos, en plena crisis, atendimos a los nuevos autores, nuevos proyectos. Por cuestión de dinero, los espectáculos eran de pequeño formato, pero eso también contribuyó a que los montajes estuvieran más pegados a la realidad. Los creadores contaban lo que pasaba al público que estaba viviendo eso que podía ver sobre las tablas.

- Y, encima, en un barrio barrio.

-Cuando empezamos, Usera no tenía desarrollo cultural y, en consecuencia, no tenía teatro. El nuestro fue el primero: una inversión privada sobre el teatro que debería haber realizado la administración pública. Más que buscar beneficios de retorno, nuestra apuesta era por poder autofinanciar el siguiente espectáculo de tal manera que pudiéramos crear algo distinto.

- Se ha movido entre lo público y lo privado. ¿Qué diferencias ha encontrado?

-Sobre todo, de recursos. En lo público estos son mayores que en lo privado. Sin embargo, conseguimos en el sector privado más agilidad. El sector público cultural debería tomar la agilidad de lo privado: iría todo mejor.

- No es usted partidario del gratis total.

-No. Tenemos que concienciar a los espectadores de que la producción cultural tiene su coste y, a la vez, tenemos que hacerla accesible para todos.

- Explíquemelo.

-Hay quienes no acuden al teatro no sólo porque el precio de las entradas es excesivo. También porque lo que hay sobre la escena no les representa. Acercar el teatro a los espectadores va de eso: de contar las historias que tienen a su alrededor.

- ¿Es lo que hizo en la Kubik?

-Eso es.

- ¿Y cómo llegó a esa conclusión?

-Programar teatro supone dar coherencia al calendario y la mejor manera que encontré fue apostar por espectáculos conformados por historias cercanas al público que tienes entre manos, es decir, contar lo que de verdad les interesa.

- ¿Y eso cómo se hace?

-Es lo que se llama ahora autoficción, la recuperación de la memoria y buscar la empatía con el espectador.

- ¿Habla de "Jauría", de "Los Gondra"?

-"Jauría" es una historia real -la de la Manada de Pamplona-, pero no es a lo que me refiero cuando hablo de autoficción. La cercanía del teatro al espectador se consigue con la implicación del creador en la pieza creada. En este sentido se puede destacar "Los Gondra", de Borja Ortiz de Gondra, pero también algunos trabajos de Alfredo Sanzol: crea una historia propia, pero la camufla. Es una cosa que se viene haciendo desde hace mucho, pero últimamente veo que se potencia. Y eso está bien.

- Este realismo a ultranza es lo que explica su proyecto de Storywalker, ¿no?

-Eso es.

- ¿Cómo nació?

-Como consecuencia de la tragedia de Madrid Arena el Ayuntamiento se puso poco flexible y tuvimos que hacer obras en la sala Kubik, pero no podíamos porque no teníamos dinero. Era un problema de licencias. Convocamos un "crowdfounding": el barrio de Usera nos ayudó mucho. En ese momento, a Juan García Calvo y a mí se nos ocurrió la idea de sacar las historias a la calle ya que no teníamos la sala en funcionamiento. Así salió "Historias de Usera", un espectáculo por el que conseguimos un "Max".

- ¿Y los "storywalker"?

-Era una consecuencia lógica. Queríamos que la gente del barrio nos contaran sus historias y, sin sala, la mejor manera de compartirlas era a través de una plataforma digital a la que cualquiera que quisiera acceder lo podía hacer sin problema. En octubre de 2018 decidí meterme de lleno en ello. Así nació "Storywalker Garbatella". Entonces estaba en Roma, en la Academia de España. Luego vino Llaranes y el paso adelante con respecto de Usera, un barrio en el que la presencia de la comunidad china es enorme: nos fuimos a China a conocer a las familias.

- Hablemos de Llaranes.

-Es un barrio que tiene mucho que ver con Garbatella, en Roma. Este es de la época de Mussolini, es decir, de los años veinte. Llaranes es posterior. Los dos barrios tienen en común el paternalismo obrero, la ciudad-jardín, el espacio autosuficiente. Así que entiendo que hay continuidad en el trabajo llevado a cabo tanto en Roma y Avilés como entre Usera y China.

- ¿Su presencia en Avilés va por ese camino?

-Eso y también todo cuanto tiene que ver con el centenario del teatro Palacio Valdés. En eso estoy ya trabajando.

- Acaba de empezar en el Centro Dramático.

-Soy el coordinador artístico del CDN, con Sanzol. Me encargo de parte de la programación de actividades de los dos teatros: el María Guerrero y el Valle-Inclán. También tengo responsabilidades sobre la comunicación y la imagen. En el fondo, acercar el CDN al público.

- ¿Mola, no?

-Claro que mola. Es un reto, pero es algo para lo que me he estado preparando en los últimos diez años. Empecé en el teatro de la Abadía, pasé a la sala Kubik, me encargué del Corral de Alcalá...

- ¿Y la creación?

-Entiendo que la gestión cultural también es creación: coordinar los storywalkers es creación, un proyecto ligado a la gente.

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