Los cacos vuelven a hacer de las suyas en el barrio de La Luz. Dos encapuchados entraron en la madrugada de ayer a robar en un supermercado de la calle Hernández Cortés tras romper una de sus lunas con la tapa de una alcantarilla. Finalmente, la complejidad de la caja registradora y los gritos de los vecinos ahuyentaron a los ladrones, que se fueron con las manos vacías.

Todo ocurrió en torno a las cuatro y media de la madrugada de este lunes. Fue entonces cuando los cacos cogieron la tapa de una alcantarilla y la estamparon contra una de las lunas del supermercado de la calle Hernán Cortés hasta que la reventaron. Los cacos aprovecharon el boquete en el cristal para acceder al establecimiento. Una vez dentro, el objetivo estaba claro: la caja.

Lo que no sabían los ladrones es que no lo iban a tener nada fácil. En primer lugar, porque el establecimiento cuenta con unas cajas registradoras estancas que impiden el acceso al dinero. Si bien, este contratiempo pareció no importar a los amigos de lo ajeno, ya que ante esta circunstancia tomaron una decisión drástica: llevarse la maquinaria al completo.

Fue aquí donde encontraron el siguiente escollo en su asalto: la registradora estaba anclada a la cinta transportadora del supermercado, por lo que si quería llevarse la caja debían cargar también con todo el mostrador, una operación demasiado complicada para los dos ladrones, que decidieron abortar el robo.

Para entonces, el estruendo del alcantarillazo ya había despertado a varios vecinos que, asomados a las ventanas, comenzaron a gritar a los cacos y a llamar a la Policía, que llegó solo unos minutos después. Cuando los agentes llegaron al lugar de los hechos los cacos ya habían puesto pies en polvorosa en un coche que habían dejado aparcado en la calle Francisco Pizarro.

Los agentes investigan ahora el caso para dar caza a los ladrones. "Del resto de la tienda no tocaron nada", explicaba ayer Rocío Valle, una de las dependientas del supermercado, en el que ayer no se hablaba de otra cosa que del intento de robo. "No se puede estar tranquilo en este barrio. Menos mal que no os han robado nada", afirmaban los clientes.

Tal como relata Valle, la de ayer no fue la única vez que en el establecimiento se encontraron con una situación como ésta. "Llevamos tres robos en aproximadamente año y medio", afirmó la empleada que, pese a la visita de los ladrones, aseguró no estar asustada: "Dudo que vayan a venir por el día a hacernos nada".

Este caso recuerda inevitablemente a la serie de robos padecida por un restaurante de Overo, en Trasona, donde en los últimos tres meses los ladrones han entrado hasta en tres ocasiones. Este establecimiento también utiliza registradoras estancas para el dinero. En sus "visitas", los amigos de lo ajeno arramplaron con la maquinaria al completo para, posteriormente, destrozarla y quedarse el dinero de su interior. Tal como se pudo ver en las cámaras de vigilancia del bar, en todos los casos los asaltantes eran dos, igual que el robo frustrado del barrio de La Luz.