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Teleaniversario del Niemeyer

Los responsables del centro cultural celebran el noveno cumpleaños confinados, "pero con mucha tarea por delante"

La plaza del Niemeyer llena hasta la bandera, en la noche del 25 de marzo de 2011. EFE / ALBERTO MORANTE

"Estamos muy contentos de poder tocar hoy aquí, en la inauguración del Centro Niemeyer". Esto lo dijo en Avilés hace nueve años Woody Allen, en la noche del 25 de marzo de 2011, subido al escenario exterior del complejo cultural avilesino con su encarnadura musical, la de líder de la "New Orleans Jazz Band". Fue el primero de la segunda fiesta de inauguración del Niemeyer (la primera se había celebrado en diciembre de 2010, con la vista puesta en las elecciones regionales). Tras Allen, en la noche siguiente, le tocó el turno a Víctor Manuel y a la cantante brasileña Mart'Nália, que presentó su último disco por entonces y por ahora.

"La plaza abierta a los hombres y mujeres de todo el mundo", en palabras del arquitecto Oscar Niemeyer, ya leyenda centenaria del arte y el compromiso políticos, después de aquellos tres conciertos consecutivos se ha abierto pocas veces más (para "Hécuba", para las "holis parties" y para poco más). Han pasado nueve años de la apertura de un imán para cambiar la ciudad, un aniversario que la actual dirección del centro -la que encabeza Carlos Cuadros- tiene que celebrar "teletrabajando, con mucha tarea por delante". Que la vuelta a la normalidad se presenta como en un jeroglífico.

Así fue que Allen tocó jazz y un porrón de gente le escuchó embrujado (a Antonio Muñoz, al académico, le sorprendió el paroxismo de los avilesinos por las músicas jazzísticas, por el swing y por todo eso, pero es que era normal, que el concejo aquel día tenía ganas de fiesta), pero también pasó cuando Víctor Manuel se puso fino con el "Asturias" de Pedro Garfias. Con Mart'Nália la fiesta aterrizó. Y eso que en aquellos día nadie esperaba todo el pollo que iba a venir después. Eran tiempos en que las vacas se ataban con longanizas y los perros eran gordos.

Natalio Grueso, que actualmente es dramaturgo y espera la sentencia que resuma su gestión al frente del complejo cultural, era la persona más aplaudida de Avilés. Había traído a Allen y también a Kevin Spacey y a Joan Manuel Serrat -en el mismo fin de semana de pompa y circunstancia de hace nueve dorados años-. Había nombrado una butaca del cine con el nombre del cineasta y cuando todo estalló, cuando Francisco Álvarez-Cascos ganó las elecciones, le quitó la chapa y el Film Center volvió a ser sólo un cine (y de cuando en cuando, sala de congresos y de ruedas de prensa).

Avilés se volcó con el Niemeyer, con aquella exposición llamada "Luz" de Carlos Saura -el legendario director de cine ahora lo es de escena de los das obras que cuentan con la firma de Grueso-, con la de Hugo Fontela un poco después, con las fotos de Jessica Lange... Avilés era una fiesta.

Han pasado los años felices y vinieron después los de ajustar cuentas y ahora llega un ejercicio marcado por el bicho que ha cerrado las puertas de la plaza abierta al mundo. Avilés y el planeta entero están confinados. Y también los ocho empleados actuales del Niemeyer, la plantilla al completo de la fundación de la orilla de la ría. "No tenemos pensado hacer ninguna regulación", insiste Cuadros. La más urgente, la devolución del dinero de las entradas, pero "también la reformulación de los contratos", añade el actual gerente del Niemeyer.

Y es que lo que se avecina no parece fácil: "Tenemos apalabradas exposiciones, espectáculos. No nos atrevemos a poner fecha porque no sabemos qué va a pasar. No sabemos cuánto más durará el estado de alarma, no sabemos qué va a pasar después, no sabemos si después habrá que reducir aforos, si los teatros abrirán de par en par, si los espectáculos a los que les ha pillado este confinamiento se mantendrán después...", apunta Cuadros. Y es natural, hay actores que estaban libres para este trimestre, pero quizás no lo estén para final de año.

"Conseguimos adecuar la infraestructura tecnológica para poder teletrabajar. Todos estamos en casa, de nueve a cinco. No paramos de tal modo que si a la vuelta nos dijeran que volvemos a la normalidad sólo tendríamos que montar el puzzle de fechas", explicó.

Lo que sí que tiene claro Cuadros es que habrá que reformular los presupuestos del complejo. "No sabemos si se mantendrán las aportaciones privadas o públicas en la misma cuantía". Lo que sí sabe es que hay que seguir. Nueve y muchos años más.

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