A falta de fuegos artificiales, de mercado medieval, del certamen ganadero y de cuantas actividades congregan multitudes -algo imposible en el actual estado pandémico-, a las fiestas de San Agustín de este año les quedó como tabla de salvación la música. Todo agosto fue un no parar de conciertos y el día grande del patrono no iba a ser menos. No obstante, la lluvia que arruinó el jueves el recital de Loquillo volvió a hacer de las suyas y anoche se cargó el concierto estelar de Lola Índigo. Un motivo más para empezar a desear que llegue el San Agustín de 2021 al objeto de resarcirse de tanto agravio.

La música comenzó de buena mañana, a las 13.00 horas la Banda de Música de Avilés y Odaiko Percussion Gruop, cuatro percusionistas gallegos instruidos en diferentes lugares de Europa, se encargaron de abrir la jornada, a golpe de percusión. "Odaiko" ofreció su espectáculo "Vaia banda", una interpretación que narra la historia de un grupo de gira por diferentes ciudades de España. Una obra entretenida e interactiva que arrancó los aplausos constantes del público y las risas tras las mascarillas.

La sesión de la tarde la abrió eltrío "Zebaze" en la plaza de Camposagrado. Su música con guiños operísticos, con las voces de Cynta Zebaze, finalista de "Got Talent" y el barítono Javier Martínez, acompañados del piano de Miguel Ángel de Diego, exsecretario municipal del Ayuntamiento de Gijón, deleitó al público avilesino.

Continuando con la música lírica, en la campa de San Nicolás de Bari, la soprano Patricia Martínez y el pianista Rubén Díez interpretaron para el público avilesino piezas de óperas, zarzuelas y canciones populares; incluida en primicia la obra "Carta del más allá", una canción inspirada en un mensaje contenido en una botella que un capitán de barco arrojó al mar cuando su navío naufragaba en Gibraltar y que fue encontrado en una playa de Ribadesella muchos años después. Rubén Díez se encargó de poner música a la canción y Juan Carlos de la Madrid aportó la letra.

Cómo no, también hubo un espacio para los grandes clásicos del rock. La pista de La Exposición vibró con la música de "The Calle", un grupo que versona canciones de grupos como Gabinete Caligari, "The Eagles", Bryan Adams y muchos más, un amplio repertorio evocador de buenos recuerdos musicales de una época pasada.

La guinda del pastel fue -bueno, iba a ser- Lola Índigo, que si bien empezó su actuación con 45 minutos de retraso por la lluvia que caía sin parar, hubo de interrumpirla a los pocos minutos porque el panorama meteorológico era tremendamente adverso. La "mujer bruja", Miriam Doblas, que es Lola Índigo desde hace poco más de dos años, demostró tener arrestos sobre el escenario e intentó no defraudar a su público, que casi llenó por completo el aforo limitado disponible en la plaza del Niemeyer. Pero tuvo que rendirse a la evidencia y, presionada además por el promotor de la actuación, se retiró del escenario tras haber cantado solo el tema "Santería". "Volveremos a vernos", dijo apenada como despedida en el concierto seguramente más breve de su también corta carera.

El público, en su mayoría adolescente, no faltó a la cita a pesar de la amenaza de lluvia y canturreó canciones para amenizar la espera, particularmente el gran éxito de Lola Índigo "Yo ya no quiero ná". Finalmente se quedaron con las ganas, pero al menos recuperarán el dinero de las entradas puesto que la organización comunicó que procederá a la devolución. San Agustín le debe una a Avilés.