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La comisión

Una plataforma ciudadana, plural y muy activa, logró movilizar a los vecinos y demostrar a los políticos que Avilés quería recuperar su teatro

Uno de los pósteres de confección artesanal de Raúl Trabanco se asoma al burladero de la ruina en el proscenio bajo de impares. INFOGRAFÍA DE MIGUEL DE LA MADRID. FOTOGRAFÍA: JUAN CARLOS DE LA MADRID

Al mismo tiempo que el Palacio Valdés daba su última función, un ciclista asturiano empezaba a dar las suyas. Asombraba al mundo en los riscos de Italia mostrándole el dorsal al mismísimo Eddy Merckx, entonces mejor deportista del mundo. Era tanta la repercusión de las gestas de José Manuel Fuente, "El Tarangu", que Raúl Trabanco, propietario de la librería Santa Teresa, decidió contárselo al mundo recortando periódicos que exponía en el escaparate de la calle de Rivero. Y así, entre Tarangu y Trabanco, nació "El Recorte", un periódico mural que, durante diecisiete años, fue creciendo en secciones y en audiencia hasta convertirse en un apreciado medio de comunicación callejero que salió al encuentro del teatro.

Hay que viajar ahora hasta el 3 de mayo de 1984, cuando trascendió que el comité comarcal del PCA había decidido crear una coordinadora para lograr la recuperación del Palacio Valdés. Decía buscar personas de distinto signo político para liderar una campaña popular y recoger firmas que luego serían llevadas al Ayuntamiento. Fechas delicadas, estratégicas, para aquel inacabable asunto que parecía congelado por el avance de la casa de cultura y las dudas en la corporación.

El miércoles 20 de junio, a las 19.30 horas, el altillo de la cafetería La Serrana acogía la primera reunión. Se había hecho un llamamiento a todos los avilesinos interesados, sabiendo que eran muchos, pero que no era fácil movilizarlos, cinco años atrás había fracasado un intento similar. Lo cierto es que acudieron unas veinte personas y quedó constituida oficialmente la Comisión Pro-Recuperación del Teatro Palacio Valdés. Sólo quince días después, a la segunda reunión acudieron unas cien personas, llamando la atención incluso del hijo del arquitecto Manuel del Busto.

La maniobra del PCA había sido un éxito rotundo. Es evidente que detrás de este movimiento hubo una clara motivación política, pues el PCA estaba tan débil en la Corporación que necesitaba de una causa que le diera proyección y no había otra mejor que la del Palacio Valdés. Más grupos de los que allí se juntaron compartían semejante motivación.

Es el caso de otro de los pilares de la Comisión, la Escuela de Artes y Oficios, representada por Víctor Urdangaray, presidente de la Sociedad Protectora, y por el pintor Amado Hevia, "Favila". Tenían razones para defender el teatro por oposición a la nueva Casa de Cultura, que competía por el terreno de su Escuela y acabó hurtando luces y vistas a una de sus medianeras. Una batalla más en una guerra abierta con el ayuntamiento. La tapadera de un estéril conflicto político entre los nuevos ediles de izquierdas y los viejos poderes avilesinos. Una contienda en la que, además de escaramuzas menores, el ayuntamiento sostuvo, hasta septiembre de 1988, un pleito por la propiedad de la marca "El Bollo, Avilés, Pascua de Resurrección" que perdió en la Audiencia Nacional. Una guerra que se libraba aquellos días y se volvió humo tras el misterioso incendio de la Escuela, el 14 de mayo de 1986. El edificio, recuperado luego para Centro de Juventud, siguió durante años en batalla legal, otra vez perdida por el Ayuntamiento, que hubo de devolver su uso a la Sociedad Protectora en 1996. Guerra, pues, contra el equipo de gobierno y contra su proyecto de nueva casa de cultura.

Algunos promotores de aquella Comisión buscaban algo más que la salvación del teatro, pero fueron generosos, acogiendo a instituciones y personas de orientación sociopolítica tan dispar como Enrique Tessier, vinculado a la cultura y al Avilés más conservador o Nicolás Muñiz, entrañable defensor del esperanto de tendencia anarquista. En el camino se juntaron otras fuerzas: concejales de diverso signo, personas de la cultura, grupos de teatro (Candilejas, Kirlo, Güestia, Arlequín), Asociación de Amas de Casa, Unión de Comerciantes de Avilés y su Comarca, Colectivo Ecologista de Avilés, Asociación Cultural Doña Dulcinea, Casino de Villalegre, varias asociaciones de vecinos y hasta el Real Avilés Industrial. A ellos habría que sumar la presencia en reuniones y apoyo de diferente índole de: Sabugo ¡Tente firme!, Casino de Avilés, Grupo de Arte Galiana, Coro de Avilés, Asociación de Amigos del Arte, Eneas y medios de comunicación de pequeño formato como "El Revistín" y "Asturama".

Y así la Comisión, con independencia de los intereses de unos y de otros, caminó sola. Un cuerpo plural que tenía como alma a Raúl Trabanco, oficialmente presente como "El Recorte", cuartel general del aparato de propaganda. El resumen de tanta variedad lo mostraba el triunvirato de sus cabezas visibles: Laura González, comunista, Víctor Urdangaray, simpatizante de la derecha tradicional y Raúl Trabanco, en sus propias palabras, "socialista sin carnet". Si sus ideas políticas los separaban, está claro que los unía una intención firme y resuelta de recuperar para Avilés el teatro Palacio Valdés.

Una presencia sorprendió en aquellas reuniones. Se trataba del director de la Casa de Cultura, Antonio Ripoll, que, con la astucia de quien quiere conocer al contrario, se presentó a título personal para llevar hasta aquella mesa la idea de desvincular la recuperación del teatro de la nueva casa de cultura. Argumento central de un informe que se redactó en octubre de 1984, como respuesta al vigor que iba alcanzando la Comisión, y que sirvió de imposta para asentar la posición del equipo de gobierno.

Decía ese escrito que el Palacio Valdés era antieconómico, "fue la desproporción aforo/costos la que hizo insostenible la explotación del Palacio Valdés a la última empresa arrendataria". Decía también que los teatros municipalizados suponen un importante gravamen para los ayuntamientos que los sustentan. Y concluía vinculando la campaña pro-recuperación con los ataques a la casa de cultura, desde sectores molestos con su funcionamiento, y cuya única estrategia se basaba en hacer del Palacio Valdés un centro cultural, de no ser así "la defensa de su utilización única como teatro se tambalea". Pues "lo que en realidad trata de impedirse es la rentabilidad política que puede suponer para el partido en el poder".

La Comisión avanzó con paso firme, con la fortaleza que le daba su pluralidad y el rápido crecimiento de su causa, que intentó aproximar las posiciones de propiedad y ayuntamiento sin dejar de presionar con argumentos sólidos, como el de hacer al teatro sede del Centro Dramático Regional (defendido por Mercedes Álvarez Saldaña), o incluso rescatar la idea del referéndum. Esta propuesta acabó siendo sustituida por la recogida de firmas en pasquines que inundaron Avilés en poco tiempo, aventando la misma pregunta del hipotético referéndum: "¿apoyaría usted con su firma la recuperación del teatro Palacio Valdés?"

Lanzaron luego una campaña en medios de comunicación, de gran alcance y de mucho mérito, si se tiene en cuenta que aquel era un mundo sin internet, redes sociales ni recursos digitales, que sólo disponía de una cadena y media de televisión para todos. Famosas fueron las intervenciones de Mercedes Álvarez Saldaña, en el programa de RNE, Al Alba, de la Comisión en Las mañanas de Radio 1 y la aparición en "El Público", revista de teatro editada por la Dirección General de Música, del artículo de Julio Rodríguez Blanco "Salvar un teatro a la deriva". No fue menor el impacto de la llamada al coloquio del programa de televisión "La Clave" y, sobre todas las cosas, impresionó la llamada al programa radiofónico, Popular, popular, de Alejo García, donde acudía el vicepresidente del gobierno de España, Alfonso Guerra, quien prometió llamar al alcalde de Avilés para interesarse por este asunto.

Aprovecharon las VI Jornadas municipales de teatro para conseguir que figuras de la escena nacional apoyaran un manifiesto que llegó al ayuntamiento con casi setenta firmas de las compañías de Magüi Mira y Mercedes San Pietro, Els Joglars, Dagoll Dagom, La Barraca, Producciones fila 13, Compañía de Manuel Galiana o Colectivo teatral Margen. Desde entonces una legión de personajes de la escena o de la cultura se manifestaron en los medios de comunicación a favor de la salvación del teatro dándole una dimensión nacional: Antonio Ozores, Mari Carillo, Arturo Fernández, Maite Sancho, Amparo Rivelles, Manuel Galiana, Amparo Rivelles Eduardo Haro Tecglen, José Carlos Plaza, Francisco Nieva, Guillermo Heras, Peridis, Santiago Amón...

No se imaginó tanto poder al principio. El 3 de agosto el alcalde declaraba a la prensa: "recuerdo que en tres ocasiones se abrieron otras tantas suscripciones para salvar el teatro, y nunca se recaudaron más de cincuenta mil pesetas". Pero las tácticas políticas cedieron cuando, en unos meses, los de la Comisión reunieron 8.000 firmas. El equivalente, en votos, a unos cinco concejales. Eso sí se entendió.

En el pleno del 24 de abril de 1986 el Ayuntamiento acordaba, por unanimidad, expropiar por el procedimiento de urgencia el inmueble del teatro y contribuir, en igual cuantía que el Principado de Asturias (35 millones de pesetas), a las obras de restauración. Amparándose en que era un pleno extraordinario, no se permitió que la Comisión leyera un manifiesto. Laura González lo leyó en su nombre.

En aquellos años la generación del "baby boom" siderúrgico transitaba entre la veintena y la treintena. Era una ciudad joven, que demostró empuje en este movimiento ciudadano plural, influyente y nunca más repetido.

A efectos de participación ciudadana, la última vez que Avilés fue joven.

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