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El zangoloteo de los adoquines

"Además de un casco histórico bonito, se debe hacer una ciudad funcional e inclusiva", reivindica la asociación Difac

Los chavales del Consejo de la Infancia y la Juventud y miembros de Difac, ayer, en su recorrido por el casco histórico de Avilés en sillas de ruedas. MARA VILLAMUZA

Si hay algo que caracteriza el casco histórico de Avilés, además de los soportales, son los adoquines. Estas piedras redondeadas y pulidas por el paso de los años, fiel reflejo de la historia de la ciudad, son, sin embargo, un quebradero de cabeza para las personas que se desplazan en silla de ruedas, a las que les gustaría que el gobierno local adoptara alguna medida no invasiva a su favor. Así quedó patente en la primera jornada -"Avilés hacia la inclusión"- que impulsó la asociación de Discapacitados Físicos (Difac) junto a trece de los muchos niños y adolescentes que participan en el Consejo de la Infancia y la Juventud, con los que el colectivo trabajó de forma dinámica en los últimos meses incluso durante el confinamiento. En estos meses los chavales analizaron virtualmente 21 plazas de estacionamiento reservadas para minusválidos, centrándose en la ubicación o las medias. También elaboraron, entre otras cosas, el logo de la jornada en el que destaca un porcentaje: 6%. Y tiene explicación: "A falta de cota cero, el desnivel de las rampas debería ser como máximo del 6 por ciento", explica Rocío Martínez, administrativo que lleva ya un cuarto de siglo trabajando con Difac.

Los trece integrantes del Consejo, todos ellos de Educación Secundaria Obligatoria, y tres representantes de Difac, en cumplimiento de los aforos permitidos, pusieron el broche de oro a su trabajo al alimón con un acto que comenzó en el Centro de Servicios Universitarios de la Ferrería. El objetivo del encuentro, uno, pero muy amplio: "Con Avilés hacia la Inclusión intentamos hacer visibles las dificultades que encuentran en su vida diaria las personas con discapacidad o las usuarias de sillas de ruedas, de bastones? como consecuencia de los diferentes tipos de barreras que existen, ya sean físicas o sociales", explicaron. Estuvieron presentes también la concejala Nuria Delmiro y la directora de Disciplina Urbanística del Ayuntamiento de Avilés, Andrea del Cueto, en quien los de Difac confiaban que realizara un análisis del casco histórico desde el punto de vista de la movilidad.

Tras el acto protocolario, los chavales se sentaron en sillas de ruedas, algunos por primera vez. No fue fácil para ellos llegar del centro universitario a la oficina técnica del Ayuntamiento de Avilés, donde está el centro base de valoración, también en La Ferrería. "Pese a que es el sitio al que tienen que ir las personas a que se les reconozca su discapacidad no tiene más que dificultades en el acceso, algo completamente ilógico: no se llega al timbre, hay escaleras peligrosas...", reconocieron. Y de ahí a los exteriores del Museo de la Historia Urbana de Avilés: "No podemos entrar por donde entra todo el mundo y eso ya es algo que se debería cambiar". Continuaron por Camposagrado -"esta plaza no tiene mayores problemas", aplaudieron- y por la calle La Fruta, donde los jóvenes comprobaron cómo la mayoría de negocios no están adaptados para sillas de ruedas, algo que, según los integrantes de Difac, es común en casi cualquier zona y no un hecho exclusivo del casco histórico.

Durante todo el trayecto, los chavales del consejo de la Infancia y Adolescencia debieron armarse de valor para superar los obstáculos y las barreras existentes para recorrer la ciudad y durante buena parte del recorrido vieron temblar sus cuerpos al zangoloteo de los adoquines. "No sé qué solución se puede dar al canto rodado, pero además de un casco histórico bonito se debe hacer una ciudad funcional e inclusiva", señalaron desde Difac en la primera jornada por la inclusión en Avilés.

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