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Un teatro en la picota y Alfonso Guerra al aparato

"Le dije que mediara para salvar el Palacio Valdés", rememora Conchita Álvarez Ordóñez, la mujer que telefoneó al Vicepresidente en 1982

Estado en el que se encontraba el teatro antes de su reconstrucción.

La publicación en este diario de la historia centenaria del teatro Palacio Valdés -este año cumple la centuria- en entregas dominicales que firma Juan Carlos de la Madrid ha refrescado la memoria de una mujer que tuvo, a su manera, un papel protagonista en la reconstrucción del odeón avilesino cuando en la última de sus muchas agonías -corría el año 1982- amenazaba con venirse abajo huérfano de dinero para reconstruirlo y preso de discrepancias políticas sobre su futuro.

La mujer en cuestión es Concepción Álvarez Ordóñez, "Conchita" para el común de los avilesinos, retirada desde 1994 de la política local tras haber presidido Alianza Popular (desde 1989 Partido Popular) y sido concejala en dos mandatos (1987 a 1994). "Lo que yo hice fue telefonear a un programa de radio que tenía de invitado a Alfonso Guerra, por entonces Vicepresidente del Gobierno, y pedirle, además de apoyo estatal para el proyecto, que convenciera a sus compañeros de partido de Avilés de la conveniencia de reconstruir el teatro", evoca la antigua líder de la oposición local.

Claro que cuando Conchita Álvarez Ordóñez llamó a la radio no dejaba de ser una simple ama de casa; militante de Alianza Popular, sí, pero con cero expectativas de ocupar cargo público alguno. Eso vino después. "Mis orígenes políticos fueron en Madrid como simpatizante socialista... hasta que vi a Tierno Galván hacerse fotos con Susana Estrada enseñando las tetas e incitando al consumo de porros. Ahí me di cuenta de que ese no era mi partido. Luego vi una intervención de Manuel Fraga en el Congreso poniendo en su sitio a un proetarra y me dije: ¡Has encontrado tu partido, Conchita!", explica.

Ya afincada en Avilés -finales de la década de los años 70-, Álvarez Ordóñez satisfacía sus inquietudes políticas como afiliada de base del partido conservador, y las sociales participando activamente en la variopinta comisión que se había constituido en la ciudad para presionar al gobierno socialista de la ciudad, reacio a expropiar la ruina del Palacio Valdés para proceder a su reconstrucción. El PSOE, entonces con mayoría absoluta y Manuel Ponga en la alcaldía, prefería gastar el dinero en una nueva casa de cultura -la actual- antes que en salvar de una muerte cantada el venerable teatro de la ciudad.

"Había un fuerte sentimiento ciudadano, del que yo participaba, contrario a la idea de dejar morir el Palacio Valdés, santo y seña de la cultura avilesina durante décadas. Y el día que escuché anunciar que estaría en un programa de radio Alfonso Guerra -en esos días Presidente del Gobierno porque Felipe [González] estaba de vacaciones en Doñana- me propuse llamar para plantearle la cuestión", rememora la expolítica. La aguerrida ama de casa sabía que el Estado tenía en marcha un plan para reconstruir doce teatros públicos, pero el Palacio Valdés no lo era. Había que expropiarlo, a lo que se negaba el PSOE avilesino temeroso de empatanarse en una ciénaga financiera.

"Me presenté ante Guerra como una mujer conservadora que no votaba al PSOE, pero que pese a mis desavenencias ideológicas reconocía en él a una persona inteligente y de valía. Y por eso mismo, le recriminé que saliera más en las noticias por temas personales que por su desempeño político. A continuación le expuse lo que estaba pasando con el teatro de Avilés, su potencial cultural, su posible encaje en el plan estatal de recuperación de teatros y la cerrazón del PSOE de Avilés a expropiar el edificio. Guerra fue escueto en las respuestas: me aconsejó que no leyese prensa del corazón y que en relación al teatro haría todo lo posible por recuperarlo y que tendría noticias de sus gestiones", relata la protagonista de la llamada. "Como aquella respuesta me sonó, valga el símil torero, a larga cambiada así se lo dije. Y replicó diciendo que era el Vicepresidente de todos los españoles y pidiéndome un voto de confianza", añade.

Pasaron meses y Avilés siguió enzarzada en el culebrón del Palacio Valdés. El nombre de Conchita Álvarez Ordóñez, "la avilesina que habló con Guerra", empezó a sonar en ámbitos políticos y más que sonaría cuando en 1987 salió elegida concejal por AP. Pero antes, desconfiada de la palabra de Alfonso Guerra, volvió a la carga en otro programa radiofónico, el de Encarna Sánchez, un día que estuvo de invitado Javier Solana, a la sazón ministro de Cultura: "Fue sacar el tema y Solana tomó la palabra para decir que, efectivamente, Guerra le había hablado del asunto, que el Alcalde de Avilés ya había sido contactado por el Gobierno y que todo estaba en marcha para incluir el Palacio Valdés en la relación de teatros españoles a reconstruir".

Durante su etapa de concejala, Conchita Álvarez Ordóñez fue celosa vigilante del proceso de expropiación y reconstrucción del Palacio Valdés. "Ponga llegó a recriminarme en sede municipal la llamada a Guerra; supongo que no le gusto que desde Madrid metieran la cuchara en el guiso avilesino", asegura la exconcejala. "El mérito de la recuperación del teatro es de la ciudad, también de los socialistas, que finalmente hicieron lo que era un clamor social. Lo de la llamada de teléfono no dejó de ser un acción más para logra un objetivo que Avilés ansiaba", añade,

En 1992 el teatro volvió a abrir sus puertas y Conchita Álvarez Ordóñez fue testigo del reestreno "sentada en un palquito" y ya defenestrada (acabó de concejal en el Grupo Mixto) por la nueva dirección local del PP, la presidida por Joaquín Aréstegui. "Sugerí al PSOE invitar a Alfonso Guerra a la inauguración y poco menos que se rieron de mí", lamenta la mujer que posiblemente alteró la historia del teatro Palacio Valdés con una llamada de teléfono.

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