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La acería de Avilés materializa su apuesta por el eólico marino con nuevos desbastes

Sale de Tabaza la primera partida de "slabs" de mayor espesor, que supera en 15 toneladas a los estándares previos a la ampliación fabril

El molde del gran "slab" lleno de acero líquido, esta semana.

Los desbastes mayores del mundo se han empezado a fabricar esta semana en la LD-III, la acería que tiene en Tabaza la multinacional angloindia de Arcelor: son el nuevo producto reclamado en tantas ocasiones por el Grupo Daniel Alonso, que centra su negocio actual en el desarrollo de la energía eólica en general y de la marina en particular.

Estos desbastes tienen un ancho de 2.200 milímetros y un espesor de 365. Esto significa que el producto que sale de la acería es un "slab" (planchón) de 40 toneladas de peso. La diferencia con la producción mayor anterior de la acería es sustancial: más de 15 toneladas. Y es que el desbaste más grande, hasta ahora, había sido de 1.600 milímetros de ancho por 320 de espesor, es decir, piezas de entre 25 y 28 toneladas máximo. Estas medidas son la horquilla superior. El estándar de Tabaza, sin embargo, ronda los 280 milímetros de espesor.

Los nuevos planchones han empezado a salir de la acería esta misma semana. Arcelor hasta ahora no podía atender esta demanda de sus clientes, que no sólo es Daniel Alonso, también de empresas de sectores tan diversos como el petroquímico o el de transporte de gas (gasoductos). Y es que la ampliación de la acería, desarrollada durante el pasado año 2019, ha permitido, de tal modo, ampliar la oferta de productos de la multinacional en sus fábricas asturianas.

La ampliación de la acería se anunció en 2017 y concluyó a comienzos de este año, poco antes del decreto del primer Estado de alarma. Arcelor invirtió en estas obras alrededor de 100 millones. La acería de Tabaza, en "el cauce medio" del sistema productivo de la gran siderúrgica, es el lugar que recibe el arrabio de manera incandescente, el producto que sale de la transformación de hierro en arrabio en los hornos altos de Veriña, en Gijón. El arrabio llega a Tabaza en tren, se trasvasa a un molde para darle forma de semiproductos. Lo novedoso es que ya está activo el nuevo molde, el de las estructuras eólicas y las grandes tuberías.

Lo que Arcelor hace con los enormes planchones que ha empezado a fabricar en la acería de Tabaza es cargarlos en trenes y devolverlos a Veriña. Allí, en el taller de chapa gruesa, se adecenta el producto y se entrega a los clientes que lo han solicitado. La fábrica trabaja bajo demanda y la demanda de Daniel Alonso es tan importante que en la empresa confían en dar nueva vida al taller gijonés, uno de los menos boyantes en la actualidad de la gran siderúrgica.

Las empresas del Grupo Daniel Alonso transforman las planchas para los "offshores" que se fabrican en los talleres del polígono de la ría y se cargan en los muelles de Valliniello.

Sin la ampliación de los 100 millones desarrollada en 2019 (principalmente) y anunciada en 2017, la acería se hubiera quedado para las bobinas en caliente (los planchones van al tren de bandas en caliente, que las aplana; luego pasan por galvanizado para terminar en las bodegas de los cargueros o en los talleres de la industria transformadora).

Las instalaciones de Tabaza están preparadas para sacar casi medio centenar de coladas al día, a razón de veintintantas toneladas cada una. Del nuevo producto han salido más de 3.000 toneladas en sus primeros días de fabricación.

Las instalaciones fabriles de Arcelor en Asturias destacan en el mapa internacional de la compañía por su flexibilidad. Es decir, se ha alejado de la especialización: galvaniza con cinc para automóvil y construcción y también con manganeso y boro, que multiplica por diez las características del galvanizado estándar. Y todo esto lo presenta en formato de chapa gruesa, alambrón, bobina en caliente y carril.

La ampliación de la oferta asturiana de Arcelor corre pareja a las trompetas que suenan a tijeretazos en el empleo de las fábricas europeas de la multinacional, que ha planteado a los sindicatos la necesidad de recortar casi 600 empleos en sus instalaciones fabriles y en sus oficinas ubicadas en Luxemburgo, donde está la sede de la compañía. También en Italia, donde la compañía tiene que renovar el acuerdo que tiene con el Gobierno transalpino para el control de la planta de Ilva, en Tarento, antes de noviembre. Allí ha planteado al Ejecutivo la necesidad de meter mano al empleo para continuar con la actividad.

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