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Pablo Remón | | Autor de “Doña Rosita, anotada” y “Sueños y visiones de Rodrigo Rato”

“He ido al teatro todo lo que he podido porque ahora es un gesto importante”

“Me encantaría que Rato viniera a ver la obra, no es panfletaria, lo fácil hubiera sido criticar al PP”

Pablo Remón Miki López

Este fin de semana hubiera tenido que ser entero para Pablo Remón (1977), pero el confinamiento perimetral y el alza del coronavirus lo han impedido. El ciclo “Off Niemeyer” tenía programado ayer el drama “Sueños y visiones de Rodrigo Rato” (coescrita con Roberto Martín Maiztegui) y esta noche estaba previsto que se completara el festival con “Doña Rosita, anotada”, la primera dirección escénica ajena al dramaturgo madrileño que, según reconoce, empezó a hacerse grande en Avilés. Conversa de todo esto con LA NUEVA ESPAÑA por teléfono.

–El festival, al final, se quedó en nada.

–Es una pena. Nos los habíamos ido oliendo desde el fin de semana pasado, cuando supimos cómo estabais allí. Avilés es una ciudad querida para mí. Allí estrené “El tratamiento” y tenía previsto viajar ahora: programaban dos obras mías seguidas.

–¿Y qué va a pasar ahora?

–Están renegociando las fechas, pero es que es difícil cuadrar fechas: somos muchos y hay muchas agendas.

–Ustedes, los teatreros, parece que son los más peligrosos del momento.

–No solo nosotros. También los hosteleros. O los taxistas. Ahora me coge en uno... Es extraño todo esto que estamos viviendo. He ido al teatro todo lo que he podido porque considero que acudir a las salas ahora es un gesto importante. Se mantiene la distancia, el aforo... Ver una obra de teatro es más seguro que viajar en avión o en tren. Quiero creer que la decisión de cerrar los teatros ahora es por algo, porque este sector está viviendo una crisis tremenda.

–Vamos al tajo.

–Venga.

–¿Se puede reescribir a García Lorca?

–Tuve mis dudas cuando me lo propusieron. No sabía por qué habían pensado en mí para dirigir una versión de “Doña Rosita la soltera”. Fue el año pasado, en el aniversario de la muerte del poeta. No veía la propuesta, tanto que tardé en decidirme. De repente, me di cuenta de que las palabras de Lorca me iban y me venían, era como si su fantasma me empezara a rondar. No es una reescritura de Lorca. Lo que he hecho es escribir una obra nueva a partir de un clásico. Mientras la estudiaba me daba cuenta de que cada línea tenía una nota a pie de página del estudioso de turno. Se me ocurrió crear un anotador, un personaje que dejara patente qué es lo que tenía que ver conmigo. La obra, como sabe, va de la condición de la mujer. Es de los treinta, pero sigue hablando de ello. Y sí, la potencia de la palabra de Lorca se eleva por encima del argumento.

–Y la otra obra tiene a Rodrigo Rato.

–Es una idea que nos rondaba desde hace años. Para llevarla a cabo comenzamos a acaparar documentación. La historia que queríamos contar era la del hombre del milagro económico de los años noventa, del boom inmobiliario, pero también la del responsable de la crisis de 2008. Consideramos que es un hombre fundamental para entender la historia reciente, un símbolo de las dos épocas.

–Está muy de moda el teatro documental.

–Esa era la idea original, pero nos dimos cuenta de que teníamos que dar un paso adelante porque había cosas que la forma documental –eso de que todas las palabras se pronunciaron antes– se quedaba corta. ¿Por qué negó dos veces a Aznar querer ser candidato a la Presidencia? Él lo sabe, pero no hay una explicación clara sobre eso. Por eso acudimos a la ficción. Hay dos partes en la función: la verdad verdad y la verdad mentira, de ahí lo de “Sueños y visiones de Rodrigo Rato”.

–¿Se sentiría orgulloso si Rodrigo Rato un día se plantase en un teatro a ver su obra?

–Me encantaría que lo hiciera. De lo que más orgulloso me siento es de haber huido del juicio al político. No es panfletaria. Lo fácil hubiera sido criticar al PP. No, partimos de otro sitio. Un periodista de economía vino a vernos y escribió que respetábamos su figura.

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