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Chuchos que salvan vidas

La adiestradora Raquel González impulsa una asociación para criar perros de asistencia para personas con discapacidad

Raquel González, con su perra “India” en el parque del Muelle. | RICARDO SOLÍS Illán GARCÍA

Raquel González Menéndez es entrenadora y educadora canina y ha fundado una asociación de acción social sin ánimo de lucro. Su objetivo es acercar a los perros de asistencia a personas con discapacidad para ayudarles a mejorar su calidad de vida. “Y ganar en autonomía personal en el día a día”, indica. La misión de “Achucho”, como así se llama la asociación, es seleccionar y entrenar a esos animales. El proyecto cuenta con la estrecha colaboración de la logopeda Sandra Plaza. Actualmente, el colectivo educará un can para acompañar a un niño de 8 años con autismo.

Los perros de asistencia están adiestrados para acompañar, conducir, ayudar a personas con discapacidad como los guía, en el caso de los invidentes; los perros señal, para problemas de oído; los de servicio, orientados a personas con discapacidades físicas o intelectuales; los de alerta médica, preparados para personas con crisis como epilepsia y los específicos para personas con trastorno del espectro autista. “El niño no tiene lenguaje y la logopeda cree que a través del perro se pueden conseguir avances. El perro no es sanador, es un apoyo”, apuntó.

El colectivo cuenta con financiación para hacer frente a los “elevados” costes que supone este tipo de animales, no solo su adquisición sino también sus completos análisis veterinarios y la alimentación, entre otros factores, teniendo en cuenta que hay familias que no pueden costear el servicio. Aún así, la idea es iniciar una campaña de captación de fondos para mejorar la calidad del servicio y atender a familias sin capacidad económica para afrontarlo.

La perra “India”, que forma parte de “Achucho”. | LNE

“Es un servicio a la carta entre la instructora canina, la familia y el personal sociosanitario, juntos nos adaptamos a cada caso”, señaló González, quien considera que cualquier perro es válido para ser asistente con los condicionantes de que “tiene que gustar”, “ser joven y no tener miedos”.

“Lo demás todo es entrenable”, detalló la educadora canina, que tiene capacidad para acreditar que ese perro asistente pueda acceder a los mismos espacios que la persona a la que acompaña bien sean restaurantes, el cine o el transporte público. Cada caso es único y cada sistema de adiestramiento, también. Cada perro recibe un adiestramiento básico y otro específico “y como mínimo, dura un año”, apostilla.

González defiende que en todo momento hay buscar el bienestar del animal: “No se intimida ni se castiga, se busca que el animal tenga autonomía, que no sea un robot, se trata de poner límites y normas”.

El proyecto acaba de nacer en Avilés. Y Raquel González es la única entrenadora canina de “Achucho”. Reconoce que “necesitaría otros adiestradores y más personal sociosanitario” para avanzar y poder abarcar a más familias con necesidades. “Con entregar un perro al año, soy feliz”, concluye.

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