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luis gago | Gerente de la Fundación Hospital de Avilés

“Con el parón del covid dejamos de ingresar casi 500.000 euros en actividad asistencial”

“Nos gustaría crecer, pero estamos ya justos: solo sería posible con un edificio anexo” | “Perder la capacidad funcional es lo peor para un enfermo”

Luis Gago, en la entrada principal del centro, en Cabruñana. | M. Villamuza

Luis Gago es médico por vocación: “Era lo que quería desde crío”, dice. Nació en Trasona, en Corvera, en 1959. Y nunca se despegó de la comarca avilesina, salvo por motivos académicos, primero y laborales, después. Especializado en Medicina de familia, trabajó también en Urgencias del San Agustín antes de meterse de lleno en tareas administrativas del Sespa: “Soy más de planificación que de gestión”. Es, además de médico, un amante de la cerámica y durante años se formó como ceramista en la Escuela avilesina. Aficionado al golf y catador de quesos, directivo en la asociación de cata “Pláganu”, el doctor Gago asumió la gerencia del Hospital de Avilés en septiembre. Sustituyó en el cargo al también especialista Ricardo de Dios, gerente del área sanitaria, que a raíz de la jubilación del anterior gerente, José Menéndez Guerra, había ocupado el puesto de forma temporal. Con Gago entró Francisco Suárez, director médico y se mantuvieron tres veteranos en sus puestos: Rita Martínez, jefa de Enfermería; Ignacio Sandín, jefe de Personal y Conchita García, jefa de Gestión.

–Llega al Hospital tras haber tocado casi todos los palos sanitarios, ¿qué es lo que más ha cambiado en estos últimos años: el paciente, el profesional o los avances técnicos o científicos?

–Ha cambiado la estructura de edad de la población. Cuando estudiaba Medicina, el 20 o el 25 por ciento de la población era menor de 14 años. Los mayores de 64 eran el diez u once por cierto. Ahora los dos grupos de la esquina han dado la vuelta y tenemos a un 25 por ciento de mayores de 65 años. Esto condiciona la forma de atender. Antes había muchas enfermedades agudas que se resolvían en el centro de salud o en el hospital. Ahora tenemos muchas enfermedades crónicas y lo que hacemos es compensarlas y estabilizarlas hasta la próxima vez El sistema está pensado para agudos. Vemos también que, lo que más importa, es la capacidad funcional de la persona, ya no tanto la enfermedad.

–Explíquese, por favor

–Nos importa que una persona, aunque lo haga muy justita de capacidad, no deje de asearse, pasear o hacer la comida, por ejemplo. Perder esa capacidad funcional es lo peor que le pasar al enfermo y al sistema. Entonces hay que mantener a los mayores en las mejores condiciones de salud, pero también en las mejores condiciones funcionales. Por eso en este hospital nuestra potencia más grande es la recuperación funcional. La otra pata es la geriatría de agudos.

–¿Cómo trabaja el equipo de recuperación funcional?

–Este servicio está dirigido a personas que se han operado de una cadera, de una rodilla o han sufrido un ictus, por ejemplo. Estos pacientes pasan unos días con nosotros y regresan a su casa o a su centro residencial en buenas condiciones. Se consigue gracias al trabajo multidisciplinar en el que participan médicos, personal de enfermería, el equipo de fisioterapia que les hace sudar la gota gorda... Nosotros somos un hospital de cuidados y ofrecemos un cuidado muy familiar. Si un mayor se sienta en un sillón ya no hay quien la levante, por eso debe pasear, aunque sea por casa en estos tiempos más complicados.

–Como buen conocedor de los quesos... ¿el envejecer de un queso se puede comparar al de una persona sana?

–¡Claro que sí! Partimos de que el queso es un organismo vivo: tiene un periodo de nacimiento, cuando se elabora, de maduración y de declive, cuando se queda seco, por ejemplo. Es un organismo vivo, igual que las personas. Y como él, tenemos que mantenernos en estado óptimo.

– ¿Cómo ha repercutido en las cuentas del Hospital de Avilés la disminución de la actividad asistencial por el covid?

–Los meses de marzo, abril y mayo fueron malos para el hospital al interrumpirse por decisión de los de arriba la actividad quirúrgica. En junio recuperamos algo y julio y agosto, como suele ser normal, volvieron a ser flojos. Octubre ha sido hasta ahora el mejor mes. Ahora mismo estamos ingresando a pacientes no covid del área de Gijón: tenemos a 18 ingresados y desde el mes pasado ya suman unos treinta.

–¿Por que no han reabierto la unidad covid que acondicionaron en las peores semanas de la primera ola de la pandemia?

–Hace un mes nos llamaron de la Consejería y nos preguntaron que cómo lo teníamos para preparar dicha unidad covid. La diferencia: entonces, por marzo o abril, estaba todo suspendido, y ahora estamos a plena actividad. Acondicionar la unidad covid suponía suspender de nuevo cirugías y consultas y eso para nosotros es malo, porque nos pagan por pacientes, y porque hay también pacientes no covid que están pendientes de intervenciones quirúrgicas. A su vez vimos otro fenómeno: la gente que había estado en la unidad covid dijo que no quería volver a entrar por desgaste físico y, sobre todo, psicológico. Entonces pedimos quedar en segunda línea: atendemos a pacientes no covid, damos apoyo a otra áreas sanitarias y hacemos ingresos poscovid para prevenir la perdida funcional. Si un día el Sespa necesita la unidad covid la tendremos que hacer. De momento están mirando a ver cómo se compensa el gasto covid en un año de pérdidas.

–En el área sanitaria avilesina la situación parece controlada hasta el momento, en lo que respecta al covid.

–El área avilesina está bien respecto al resto de Asturias. Tampoco sabemos por qué en esta oleada Asturias ha cambiado tanto: es la comunidad con más ingresos y más camas UCI ocupadas.

–¿Por que Asturias tiene una población muy envejecida?

–Es probable. Nuestros pacientes son frágiles y precisan ingreso porque muchos ya están inestables.

–El covid ha dejado en evidencia que a un paciente geriátrico no se le puede atender solo desde el punto de vista sanitario.

–Lo sociosanitario, ahora, es inherente a la persona mayor. Uno de los últimos trabajos de Salud era el Plan sociosanitario, en el que siguen para unir lo social y lo sanitario: los mayores frágiles, los dependientes, los sin techo... Son colectivos en los que lo social y sanitario deben ir de la mano. Esto que apuró el covid es para quedar.

–¿Hacen falta más geriatras?

–La geriatría tiene que ser el futuro. Una de nuestras fortalezas como hospital es que no nos vamos a quedar sin clientes: somos hospital geriátrico, siempre nos vamos a centrar en mayores de 65 años.

–¿Con más clientes va a crecer el tamaño del Hospital?

–¡Ya nos gustaría!. Hubo planes en este sentido. Hay uno que lleva coleando años que pasa por hacer un Hospital de día geriátrico, pero si después de tantos años nadie lo ha puesto en marcha… no sé si podríamos concertarlo con el Servicio de salud. A nosotros nos gustaría crecer en la unidad de convalecencia: establecer una unidad concertada con el servicio de salud con mayor financiación de la que tenemos ahora para poder contratar a logopedas, terapia ocupacional... Y luego también necesitamos más espacio. El hospital arquitectónicamente no se puede tocar. Nos gustaría crecer igual en un edificio anexo para aumentar nuestras consultas, que se han quedado justas. También nos gustaría que el gimnasio fuera mayor, la farmacia tiene un sitio muy justo... Necesitamos más espacio, pero más espacio significa espacio anexo.

–El edificio del Conservatorio que tienen relativamente cerca quedará vacío...

–Un centro como el nuestro necesita tenerlo todo junto, no se puede separar el personal. Y el personal, por cierto, es nuestra mayor fortaleza. Aquí trabajan 133 personas, de las cuales 106 son de plantilla y el resto externas: cirujanos que vienen a hacer intervenciones aquí, pero no son de plantilla o la limpieza. Entre todos desarrollamos un montón de actividad.

–Decía que este año ha sido malo en cuanto a números, ¿cuántos pacientes geriátrico menos han ingresado hasta el momento?

–Tenemos firmado convenio con el Sespa para hacer 1.200 ingresos de geriatría al año. Estamos en 138 menos de los que deberíamos tener a estas alturas, que en dinero son casi medio millón de euros (460.000 euros). Necesitamos ingresar a cien personas al mes.

–Se mantienen como referente con las consultas de alergias, varices o las intervenciones de cirugía plástica.

–Hacemos casi 4.000 cirugías de las que se benefician no solo pacientes del área sanitaria avilesina sino también de Jarrio o Cangas. También ha crecido mucho el servicio de Cirugía plástica con intervenciones que favorecen a mujeres con neoplasia de mama y, además de pruebas diagnósticas, somos el centro que realiza las pruebas de detección precoz del cáncer de mama a mujeres que superan los 50 años.

–¿Tiene entre sus propósitos aumentar la cartera de servicios en comunión con el San Agustín?

–A corto plazo hay que salir del covid y despejar esta situación; a medio plazo me gustaría contar con una unidad de convalecencia fuerte y luego, si hay que montar un servicio que sea un referente, lo montamos. La única pega es que estamos un poco justos de espacio, ya hemos cogido todos los huecos que podíamos para crecer.

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