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Teresa Álvarez Carro Directora del Colegio Marcos del Torniello, entra en la etapa de jubilación

“Ojalá hubiéramos aplicado siempre la ley, que es más innovadora que la escuela”

“Dejo a una persona en el centro con unos principios educativos y las ganas por mejorar la calidad educativa, igual o más que yo”

Teresa Álvarez, directora del Colegio Marcos del Torniello. Ricardo Solís

Teresa Álvarez Carro (Valderas, León, 1959) es la directora del colegio público Marcos del Torniello, en Versalles. Es una de las docentes avilesinas con más años en un centro y ahora cuenta los días para su jubilación después de “36 años y pico” como docente de la escuela pública. Atiende a LA NUEVA ESPAÑA en su despacho.

–Llegó la hora de la jubilación, ¿cómo se siente?

–Bien. Es una etapa nueva de la vida, en esta he sido muy feliz, era mi profesión, mi vocación. Desde pequeña quería ser maestra y ahora hay que dejar el relevo para nuevas generaciones y cambiar. Ya tengo 61 años, el año pasado ya podía jubilarme pero no por los años de servicio, y nos pilló la pandemia y no lo había pensado, no me parecía el año para marchar. Nadie es imprescindible, pero me pareció que no era el momento.

–¿Por qué?

–Cuando acabó el curso pasado no tenía los 35 años de servicio y la jefa de estudios estaba de baja... siempre había pensado acabar esta legislatura pero hasta aquí, con estos tres años vale.

–¿Cómo le fue este último año con la pandemia de por medio?

–La verdad, fue mejor de lo que preveía. Pensé que nos íbamos a ir pronto para casa, que iba a haber muchos casos de covid y la verdad que ha salido mejor de lo pensado, ha sido duro sobre todo en la parte emocional. Soy una persona de acoger, de estar con los niños de cerca, si hay que dar un achuchón lo doy. Es lo que más echo en falta y los niños también. Lo que más han extrañado es no poder estar en el recreo con otros niños, no poder abrazarse, incluso no poder empujarse (risas). Lo demás, estar presencial es muy bueno, malo por lo emotivo.

–¿Cuántos años lleva en el Marcos del Torniello como docente?

–Treinta y tres cursos. A lo mejor en la historia del Marcos nadie ha estado tantos cursos. Este cole tiene tantos años como yo, es del 1959. Estuve cinco años de jefa de estudios y doce como directora con este.

–¿Vive cerca?

–En Avilés, sí. Viví en la casa de los maestros ocho años. Aquí vinieron mis hijos, en este patio aprendieron a patinar, a andar en bici, a hacer amigos.

–Lo pregunto por el hecho de que a partir del próximo curso ya no tendrá que volver después de tantos años.

–Cuando me voy de vacaciones, desconecto. Creo que a principios de curso, algo extrañaré. La vida de dirección es muy frenética y tienes muchas cosas en la cabeza. Los maestros y las maestras que se jubilan rejuvenecen, incluso porque tenemos muchas inquietudes, leemos, viajamos, caminamos, disfrutamos de la cultura, del campo, de las plantas...

–Y ahora, ¿a qué se va a dedicar?

–A eso, a estar con mis amigos... Me voy en vacaciones a mi tierra con mi gente, que somos enseñantes la mayoría y somos todos de la edad, nos hemos jubilado todos.

–A pasar más temporadas en Valderas, entonces.

–Sí, pero tengo aquí a mis hijos, también soy asturiana, no eres de donde naces sino donde paces. Llevo aquí desde los 25 años.

–¿Hay algún plan especial para la jubilación?

–Estos dos años (de pandemia) nos hemos tenido que quitar de la cabeza lo de viajar... Hay mucha gente que se apunta a inglés, a Tai chi, yo el primer año no me apuntaré a nada más de lo que me pida el cuerpo. A lo mejor, acabo rellenándolo todo de horarios, pero no creo. Quiero vaguear un poco.

–Después de tantos años en estos pasillos y aulas, echará de menos a los compañeros, entiendo.

–Entré con 27 años y me jubilo con 61. He hecho muchas compañeras y amigas, este fue un colegio con un ambiente muy bueno, por eso me quedé aquí siempre. La mayoría con la que estuve más años, ya se ha jubilado. Aquí hay muy buen ambiente educativo, de formarnos e implicarnos en la docencia.

–¿Y los niños?

–Soy maestra de vocación y siempre me han importado los niños de un barrio de clase media e incluso baja tuvieran la máxima calidad educativa, no la de contenidos sino la de vivencias. Hemos hecho muchas cosas para que los niños vayan preparados para el siglo XXI.

–Una época con muchos cambios educativos...

–Con las leyes educativas hemos topado, creo que fueron cinco. Ojalá hubiéramos aplicado la ley siempre porque es más innovadora que la escuela. Si la LOE se hubiera llevado a cabo, las escuelas serían diferentes. No se puede hacer todo con buena voluntad y aquí creímos siempre en la formación. Había que formarse en Igualdad, pues lo hacíamos.

–¿Qué tipo de profesora es?

–Cercana, pero doy mucha caña a la hora de hacer pensar y razonar. Soy exigente. Trabajo para la vida, para que aprendan cosas prácticas para la vida, me preocupa el para qué, para que necesitamos saber la hora, saber escribir... En educación especial hay que prepararles para ser autónomos.

–¿El alumnado sabe ya que el próximo curso no estará aquí? ¿Qué dicen?

–Me ponen retos. Los de una clase me dejaron escrito en la pizarra: “No te vayas”, “Eres la mejor directora”. Unos lo pensarán, otros no tanto, pero los que lo han escrito, sí (risas). Por el cole no verás Disney ni editoriales, pero sí verás sus frases por las paredes. Siempre les di la palabra, y a las familias, también. He tenido Ampas que nos hemos llevado muy bien y he procurado dar autonomía pero siempre en coordinación con el centro.

–¿Qué necesita el Marcos del Torniello?

–Lo peor es el exterior, lo dicen las familias y los profesores. Y luego, las tardes cuando no estamos, el patio está abierto y hay personas que lo tratan como no nos gustaría, que estropean las papeleras y demás. Los profesores son estupendos y las familias también.

–Le sustituirá en el cargo la jefa de estudios, Marta Quirós, salvo sorpresa. ¿El Marcos queda en buenas manos?

–Dejo a una persona con los principios educativos del Marcos y con ganas por mejorar la calidad educativa, igual o más que yo. Ella fue alumna, profe de prácticas y jefa de estudios. Van a superarme con creces.

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