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Laura García de la Fuente Doctora en Economía, realizó su tesis sobre la flota pesquera artesanal en Asturias

“La pesca artesanal tiene un elevado potencial para generar valor añadido”

“La flota asturiana de artes menores, el 80% del sector, constituye un paradigma de supervivencia gracias a su capacidad de adaptación”

Laura García de la Fuente.

Laura García de la Fuente (Gijón, 1979) es doctora en Economía, profesora asociada del departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo, coordinadora del área de Economía del Medio Ambiente del Instituto de Recursos Naturales y Ordenación del Territorio (Indurot) y miembro del equipo de investigación del proyecto europeo Interreg Espacio Atlántico CabFishMan, que tiene por objetivo cuantificar por vez primera el valor intangible de la actividad pesquera artesanal, todo aquello relacionado con el acervo, el folclore y las tradiciones que han modelado a lo largo de la historia la forma de vida en las villas pesqueras del Arco Atlántico, entre ellas las asturianas.

Con anterioridad a embarcarse en el proyecto europeo que aspira a poner negro sobre blanco la importancia de las pesquerías artesanales más allá de las frías estadísticas de kilos capturados y valor de venta de los mismos, García de la Fuente había realizado su tesis doctoral sobre la flota pesquera artesanal en Asturias, más en concreto sobre su caracterización y el análisis cuantitativo de su importancia económica y social. Descendiente de pescadores de Cudillero por parte de madre, la economista decidió dedicar su trabajo de doctorado a una actividad a la que creía deberle “un homenaje” y de la que, en su opinión, había poco material analítico. En esta entrevista, la investigadora desgrana el contenido de su trabajo, una radiografía que permite ver las fortalezas y debilidades de la pesca artesanal asturiana.

–¿Por qué cree que apenas había trabajos realizados con anterioridad al suyo sobre la pesca artesanal en Asturias?

–El sector, de por sí, tiene unos rasgos que dificultan el acceso a los datos necesarios para hacer un análisis: son embarcaciones que por su tamaño no tienen las mismas obligaciones de rendir cuentas que otras más grandes, las empresas son de muy pequeño tamaño... Y, además, el segmento de la pesca artesanal nunca ha suscitado gran interés, supongo que porque su aportación cuantitativa al conjunto de capturas regionales es pequeño.

–¿Cuál fue su enfoque de trabajo?

–Empezar por la base: hacer la caracterización de lo que entendemos por pesca artesanal. Ver qué tenemos en Asturias y, desde ahí, ir a análisis más complejos. Esa caracterización la hice mediante técnicas de muestreo y una encuesta económica realizada a dos tercios de la flota artesanal de la región.

–¿Cuál fue el resultado del proceso de caracterización?

–Asturias constituye un caso paradigmático de estudio sobre este tipo de pesca, dado que la mayor parte de la flota se puede considerar artesanal. El sector presenta muchas similitudes con otras flotas europeas: está compuesta por barcos de pequeño tamaño, muy heterogéneos en cuanto a artes de pesca (distintos tipos de redes, palangres, trampas, etcétera) que operan como multiarte en aguas poco profundas cercanas a la costa. Esta flota persigue una gran variedad de especies de alto valor comercial y cambia frecuentemente de artes y técnicas de pesca a lo largo del año (alta alternancia o rotación). Las embarcaciones artesanales presentan un bajo equipamiento tecnológico a bordo, bajos niveles de capitalización del negocio pesquero, lazos familiares entre los miembros de la tripulación y un alto nivel de conocimientos transmitidos de padres a hijos durante generaciones.

–¿Y halló algún rasgo distintivo, alguna peculiaridad propia de Asturias?

–El peso superlativo que tiene sobre el conjunto de la flota, muy superior al de otros territorios. En Asturias, cerco, arrastre y altura son segmentos cada vez más testimoniales: más del 80 por ciento de la flota puede considerarse artesanal y ese es un porcentaje muy alto. Y otro rasgo diferencial es que, fruto de la gran rotación de pesquerías que realizan este tipo de barcos, he identificado 21 oficios diferentes, de los cuales al menos 15 siguen practicándose; son muchísimos. Ese alto grado de alternancia entre los diferentes oficios durante la temporada de pesca muestra las estrategias a corto y largo plazo de los pescadores artesanales, lo cual es una expresión excepcional de adaptación del hombre al medio. Y no solo el factor humano es polivalente, también los barcos son versátiles, tremendamente adaptativos.

–¿Puede interpretarse esa capacidad de adaptación como un ejercicio de supervivencia?

–Sin ninguna duda, de hecho es una expresión que utilizo bastante: los pescadores artesanales asturianos son unos supervivientes natos, siempre se han quedado en el punto de equilibrio que les permitía ser rentables y para ello se especializan en productos y técnicas donde son mejores que el resto. Se adaptan al mercado, a la meteorología, al estado de los recursos... Y, además, son ambientalmente respetuosos con el medio marino, sus actividades pesqueras son las menos impactantes en términos de sostenibilidad. Europa sabe todo esto, del mismo modo que sabe que los pescadores artesanales son los más eficientes en el uso de los recursos que movilizan para hacer posible su actividad; esto es, maximizan el uso de sus barcos.

–Que hable la economista, ¿qué descubrimientos ha hecho en términos de rentabilidad en su análisis de la pesca artesanal?

–El hecho de que las actividades pesqueras artesanales estén alineadas con la sostenibilidad ambiental no está reñido con que sean menos competitivas que otros segmentos. De hecho, la flota artesanal tiene un elevado potencial de generación de valor añadido, lo cual sabemos que es la base del crecimiento económico. En mi trabajo desagregué la pesca artesanal del resto del sector y analicé tanto los “inputs” (recursos que se utilizan en el proceso productivo) como los “outputs” (resultados obtenidos de la actividad). Una vez analizados, comprobé que los efectos multiplicadores de la pesca artesanal sobre el empleo y la renta regional son superiores a los del conjunto de la economía y el resto del sector pesquero (básicamente, la flota industrial). Las conclusiones también revelaron que el potencial de la flota artesanal para generar valor añadido bruto es particularmente importante.

–¿Y eso a qué se debe?

–Al tipo de producto que trabajan: pescado de muy alta calidad, con gran calibre, fresco, cotizado en el mercado y apreciado por el consumidor: pulpo, percebe, angula, lubina...

–Pese a tan optimistas conclusiones, lo cierto es que la pesca en Asturias no pasa por su mejor momento: cada vez hay menos barcos, no existe relevo generacional, los armadores se quejan de la escasa rentabilidad de la actividad... ¿Cómo es esto posible si el sector es tan atractivo?

–Hasta ahora he hablado de un platillo de la balanza, pero ciertamente en el otro hay que meter la dureza y alta exigencia personal que entraña el oficio, la incertidumbre de una actividad caprichosa como la mar en cuanto a rendimiento de capturas, a merced de la competencia que hacen las importaciones de pescado, influida por las decisiones que se toman sobre los derechos de pesca (cupos)... La gran debilidad de la pesca artesanal es la discontinuidad de sus ingresos, algo que disuade a la juventud a la hora de dar el elevo a los mayores.

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