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Europa converge más lento de lo esperado hacia la pesca sostenible que abandera Asturias

El último informe de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo insta a mejorar la selectividad de capturas y advierte de que persiste el problema de capturas accidentales

Un marinero en una jornada de pesca de xarda a bordo de un arrastrero. R. Solís

La política pesquera comunitaria (PPC), la que tiene por objetivo gestionar las flotas europeas y evitar que se pongan en riesgo las poblaciones de peces, presenta deficiencias que impiden llegar en los plazos deseables a los objetivos establecidos: preservación de la biodiversidad marina, sostenibilidad de la explotación de recursos y salvaguarda socioeconómica de los pescadores. Esa es la principal conclusión del último informe que ha elaborado la Comisión para su entrega al Parlamento Europeo y al Consejo, órganos a los que corresponde ahora tomar decisiones para reconducir las desviaciones observadas.

Asturias, por las características de su flota –eminentemente artesanal–, la selectividad de la mayoría de las artes empleadas, el arraigo social de la actividad pesquera y el tipo de caladeros explotados es una de las regiones que podría ponerse como referencia del objetivo que se marcó la Unión Europea cuando en 2004 aprobó el primer reglamento de Pesca (desde 2019 condensado en uno nuevo que aglutina las muchas modificaciones añadidas al original). Pero esa pretendida convergencia aún está lejos de ser lograda y los pasos que se van dando son muy cortos, según evidencia el informe sobre el que deben reflexionar los eurodiputados.

Entrando al fondo de la cuestión, el informe refiere que “el análisis científico más reciente muestra que ha habido una tendencia lenta y muy gradual hacia la captura de una mayor proporción de peces de mayor tamaño. Aunque los estudios experimentales han demostrad que puede lograrse una mayor selectividad utilizando determinados artes de pesca, ha resultado difícil establecer vínculos directos entre la aplicación de determinados reglamentos sobre artes de pesca, los cambios en las artes de pesca utilizados y la selectividad global por la talla de las flotas pesqueras”. O dicho de otra manera: se siguen pescando demasiados peces de pequeño tamaño. A la vista de lo anterior, la Comisión insta a “mejorar los métodos para medir la selectividad de capturas y sus efectos, reducir las capturas incidentales y proteger mejor las poblaciones de peces juveniles y los lugares de desove”.

La pesca, defienden los autores del informe, “constituye un foco de presión sobre los ecosistemas y las especies sensibles y afecta a los fondos marinos”. En un análisis reciente, el Tribunal de Cuentas Europeo concluyó que la pérdida de hábitats y de diversidad marina “sigue siendo un desafío” y la Comisión suscribe esa opinión. “Existen numerosas pruebas de capturas incidentales de aves marinas y especies como marsopas y defines, que pueden quedar atrapados en redes de enmalle y artes de arrastre (pelágico); las tortugas son capturadas con redes de enmalle y pueden engancharse en palangres de superficiales tiburones de aguas profundas son capturados en palangres y redes de enmalle y los grandes tiburones pelágicos son capturados en la pesca de túnidos con palangre”, advierte el informe, que en este punto parece escrito por los pescadores del Cantábrico –entre ellos los asturianos– cuando denuncian la “hipocresía” de la PPC, que a la vez que defiende las artes selectivas permite el uso de las destructivas redes de arrastre pelágico para capturar atún blanco.

Para apoyar a los estados miembros en la aplicación del Reglamento, la Comisión anuncia que definirá medidas en su plan de acción “para aumentar la selectividad y reducir las capturas accesorias de especies sensibles, centrándose en las especies en peligro de extinción y en un estado de conservación desfavorable”. Asimismo, y en consonancia con el compromiso adquirido en la Estrategia de la UE sobre biodiversidad de aquí a 2030, la Comisión anuncia que definirá “medidas para limitar el uso de artes de pesca más perjudiciales para la biodiversidad, en particular en los fondos marinos”.

Otro apunte que hace la Comisión en tono de reproche es la falta de iniciativas y cooperación entre estados de la Unión Europea para avanzar hacia los objetivos marco de la PPC, si bien a renglón seguido admite que la pandemia por covid-19 “ha influido en el calendario y la preparación de algunas de las recomendaciones conjuntas”.

A modo de conclusión, el informe finaliza así: “Existen deficiencias en la aplicación del Reglamento en lo que se refiere a su contribución a la protección de las especies y los hábitats sensibles, con algunas especies al borde de la extinción. Los esfuerzos para supervisar los efectos de la pesca en los ecosistemas requieren mejoras sustanciales. El Reglamento proporciona los instrumentos legislativos para que los estados miembros aborden estas cuestiones y complementen su aplicación de la legislación medioambiental de la UE con las medidas pesqueras adoptadas en el marco de la regionalización, y ahora les corresponde hacerlo. Aunque los estados miembros han empezado a presentar recomendaciones conjuntas, aún queda mucho por hacer. También debe animarse a las partes interesadas a participar en este proceso”. Europa parece tener claro el rumbo, pero rema con desgana.

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