Hace exactamente 21 años, en 2001, que el hostelero asturiano Roberto Graña adquirió en San Juan de la Arena el edificio que albergó la antigua fábrica de Conservas Lis, entre 1910 y 1973. En origen, según explica el geógrafo Faustino Suárez Antuña en la página web patrimoniuindustrial.com, el inmueble “fue concebido como hotel y casino” y tras las Guerra Civil se convirtió en la sede de la empresa conservera. Sin embargo, aún pasaría por otros usos, como iglesia, cine o la antigua discoteca Va Bene. “Lo que siempre quise es restaurarlo, no lo compré para especular con él”, reconoce el dueño del histórico edificio, quien espera “contar con la ayuda de las administraciones regionales y locales para arreglar tanto la fachada como la estructura original”.
El solar, que cuenta con una superficie que supera los 3.000 metros cuadrados, presenta un claro deterioro exterior e interior. Por ello, la Asociación Hispania Nostra, presidida por Araceli Pereda, incluyó el mes pasado la edificación en su “lista roja” de patrimonio monumental en peligro. El colectivo de expertos consideró que los edificios incluidos en esta lista “se encuentren sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores”, como es el caso del inmueble sotobarquense.
Desde que Graña es el propietario del edificio nunca ha pensado en derribarlo ni venderlo, asegura, siempre ha centrado sus esfuerzos en restaurarlo para montar un negocio hostelero de grandes dimensiones: “Nunca he pensado en dar un paso al lado”. A finales del pasado siglo, el inmueble fue incluido en las normas urbanísticas municipales de un modo que hubiera permitido el desarrollo de viviendas. No obstante, esa previsión no dio sus frutos. Los propietarios de la antigua discoteca Va Bene se deshicieron del edificio al mismo tiempo que La Arena reclamaba la protección para el inmueble. En 2006 fue incluido en el Inventario del Principado. Esto, lejos de beneficiar a la restauración de la edificación, la ralentizó. Desde entonces, desde su catalogación, el edificio modernista se ha ido consumiéndose con el paso de los días.
La demora de las licencias para poder hacer obras durante los últimos años –paralizadas con la llegada de la pandemia– parece que se desbloqueará más pronto que tarde, según explica el propietario, cuya intención es ir reparándolo por tramos. La fachada ha ido perdiendo pintura y ladrillo mientras florecían humedades y pequeños desprendimientos, motivo por el que el Ayuntamiento de Soto del Barco tuvo que cercar la zona hace dos años.
Roberto Graña lleva dedicándose durante más de 40 años al mundo de la hostelería con numerosos establecimiento. Precisamente ese éxito en sus negocios le llevó a adquirir el histórico edificio de San Juan de la Arena para “hacer un proyecto nunca antes visto en Asturias”. Ahora, señala, tiende la mano al Ayuntamiento y al Principado para acicalar la estructura y fachada del inmueble.