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Sabugo arropa a su Señora

Emocionante reencuentro de la Virgen de la Soledad con un barrio volcado con la cofradía que cierra el Viernes Santo

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EN IMÁGENES: Así fue la procesión de la Virgen de la Soledad en Avilés MARÍA FUENTES

Elegancia, emoción, belleza y fervor mariano son los ingredientes que, un año más, caracterizaron la procesión de la Soledad, esa que en Avilés da continuidad a la del Santo Entierro y recrea la desolación de una madre que ha perdido a su hijo. La Virgen arrasada por la pena de la pérdida recorre las calles de Sabugo, el barrio donde tiene su sede la cofradía que venera tanto a la Madre desconsolada como la Cruz donde se consumó la muerte de Jesús. Al igual que las otras cofradía avilesinas, en la de la Soledad había unas ganas tremendas de volver a salir en procesión y sacarse la espina de dos años en blanco por causa del covid. Y todo salió a la perfección, según los organizadores, señal de que el tiempo en dique seco no ha sido desaprovechado.

El párroco de Sabugo, Reinerio Rodríguez, “Neyo”; Josefa Sanz; el hermano mayor de la Soledad, David Sicilia, y el pregonero de la Soledad de este año, el sacerdote Constantino Bada. | Cofradía de la Soledad

Previo a la salida de la iglesia de Santo Tomás de Cantorbery del paso del Lignum Crucis, el párroco de la unidad pastoral corverana de Trasona, Cancienes y Solís, Constantino Bada, pronunció el pregón de la Soledad. El paso de la Soledad, bellamente engalanado, con flores blancas y la Virgen luciendo el manto de luto, esperaba en la plaza de La Merced acribillado a fotos por el público allí congregado. Las notas del himno de España pusieron solemnidad a la salida de la Cruz, la banda de tambores de la Soledad tomó el relevo a partir de ese momento para conducir la marcha por Sabugo y se cantaron con emoción incontenida las salves marinera (en la plaza del Carbayo) y popular (en la plaza de La Merced, ya en las postrimerías de la procesión). Al término del desfile, la cronista oficial de Avilés, Josefa Sanz, fue investida cofrade de honor y adoradora perpetua del Lignum Crucis de una entidad a la que tiene a gala pertenecer.

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