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Ángel Fernández Homar | Presidente del patronato de la Fundación Economía Circular

"Con reciclar ya no basta, hay que reducir los residuos y consumir menos materias primas"

"La industria conservera tiraba las semillas de los tomates, ahora se usan como materia prima para hacer ladrillos; este es el camino a seguir"

Ángel Fernández Homar. | María Fuentes

El presidente del patronato de la Fundación para la Economía Circular, Ángel Fernández Homar, ponente ayer en los cursos de La Granda, se licenció en Minas en la Escuela de Ingeniería de Oviedo (especialidad Energía y Combustibles). Cuenta con una amplia experiencia en el campo de la sostenibilidad, la gestión y el tratamiento de residuos, no en vano fue director general de TIRME –la Cogersa de Mallorca– desde 1991 hasta 2012. Hasta 2015 fue presidente de la Asociación Española de Plantas Incineradoras y vicepresidente de la Confederación Europea de Plantas Incineradoras.

–¿Cuántas Españas se necesitarían para mantener el actual ritmo de consumo de materias primas?

–La biocapacidad del país está limitada por la disponibilidad real de recursos y la llamada huella ecológica es la demanda real: en estos momentos la segunda multiplica por 2,5 la primera. ¿Cómo logramos cubrir esa diferencia? Vía importación, lo cual genera dependencia exterior. Esta descompensación, perjudicial a todas luces, es consecuencia de nuestro "modus vivendi".

–¿Y eso es lo que trata de remediar la economía circular?

–Con reciclar y reutilizar ya no basta, tal es la presión a la que estamos sometiendo a la naturaleza. Hay que dar un salto cualitativo y prevenir más que curar: producir gastando menos materias primas y generando menos residuos en vez de pensar exclusivamente en reaprovecharlos, y eso en el mejor de los casos.

–Nuestros abuelos –puede que por necesidad, de acuerdo– eran mucho más sostenibles que nosotros, ¿en qué momento rompimos el equilibrio?

–Los residuos, la basura que generamos, es un reflejo de lo compleja que es una sociedad. A mayor progreso, más desperdicio.

–Para entender mejor esto de la economía circular: deme un ejemplo real de buena práctica.

–Los fabricantes de salsa de tomate, o al menos la mayoría de este sector. Hasta bien reciente, para hacer salsa se quitaba a los tomates la piel y las semillas, desechando ambas; pero la piel es rica en licopeno, un antioxidante al que se le pueden dar usos alimentarios; y las semillas tienen utilidad en cosmética e, incluso, en la fabricación de ladrillos. Así han surgido simbiosis industriales –lo que era un desecho es ahora una materia prima–, un fenómeno que la economía circular trata de potenciar.

–¿Aconseja la incineración de residuos como método para elimina la basura?

–Sin ningún género de dudas, porque es un industria hipercontrolada y segura en términos ambientales y porque constituye una solución frente al problema del almacenamiento tradicional en vertedero. Si la isla de Mallorca no hubiera optado por esta fórmula habría tenido que enterrar un volumen equivalente al que coge en un depósito que tuviera por base un campo de fútbol y una altura de 7 kilómetros.

–Ha resaltado la seguridad ambiental, pero la incineración es un proceso de gestión de residuos caro.

–Más caro que un vertedero, en efecto; pero lo más barato sería tirar la basura al mar y no lo hacemos. Hay que concienciarse de que la gestión de residuos tiene un coste y hay que pagarlo.

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