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Éxito apoteósico en la Gran Noche de las fiestas de Avilés

Un gran sauce llorón con colores magenta, dalias y medusas arrancan ovaciones y aplausos

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EN IMÁGENES: La noche de los fuegos de San Agustín de Avilés MARA VILLAMUZA

Éxito apoteósico. La gran "noche de los fuegos" de San Agustín se convirtió en un enorme espectáculo pirotécnico que arrancó los aplausos de las miles de personas –unas 25.000 según las primeras estimaciones– que se concentraron, de madrugada, en el entorno de la ría avilesina y del Centro Internacional Niemeyer para disfrutar del "show" de luz, color y sonido que llenaron el cielo avilesino. Fue el agradecimiento a un gran espectáculo y la expresión de la ilusión cumplida con la que se esperaba recuperar la tradición después de dos años espera.

La mayor novedad en esta ocasión fue que por primera vez el gran espectáculo pirotécnico de San Agustín se celebró una noche antes, es decir, en la madrugada de la festividad del patrono popular de Avilés, y no una vez pasada la jornada festiva y como colofón de las fiestas.

El "show" de pólvora se prolongó durante 19 minutos, en los que se lanzaron 1.405 disparos de artefactos distribuidos en 28 grupos. En total, 350 kilos de pólvora descargados en las más variopintas formas y colores para iluminar el cielo de la villa de Avilés.

El público, más allá de las ya tradicionales palmeras, pudo disfrutar por ejemplo de un gran sauce llorón con puntas de color magenta, peonías y dalias muy vistosas, medusas de vivos tonos rojos y azulados, así como de estrellas fugaces. Todo ello distribuido entre el cielo y el agua, porque los fuegos acuáticos también encandilaron con su belleza y reflejos a miles de personas deseosas de recuperar el espectáculo de luz y sonido de la "noche de los fuegos".

El ruido, muchísimo ruido, también fue gran protagonista, con truenos de titanio, sonados cracketeos, pitos... Como broche final, un apoteósico cielo lleno de colores, truenos y fuegos a cuatro alturas.

La empresa encargada de conseguir el éxito fue Reiriz, fundada en 1968 y de Tapia de Casariego, que se distingue "por la calidad y seguridad de sus productos", según explicaron fuentes municipales. Para realizar su trabajo utilizan modernos equipos de disparo digital manipulado por personal altamente cualificado. En su currículum figuran varios premios conseguidos en concursos nacionales e internacionales. Entre sus trabajos destacan, por ejemplo, algunos de los espectáculos de artificios en las fiestas de Begoña de Gijón.

Público concentrado a medianoche en el paseo de la Ría. MARA VILLAMUZA

Para la mayoría de los avilesinos, ver los fuegos artificiales es una tradición imprescindible de las fiestas del verano: "Yo los veo todos los años, desde que soy bien pequeña", aseguró la avilesina Patricia Fraile, que acudió acompañada de su novio, Daniel López, desde Mieres. "Yo vengo por mi novia y aunque esta vaya a ser mi primera vez, sé que no será la última", aseguró el chaval.

Miles de personas se aglutinaron en los alrededores de la ría de Avilés desde horas antes de que comenzara el espectáculo.

Horas de espera para "coger el mejor sitio"

«Llevamos desde las nueve de la noche aquí para coger el mejor sitio», confirmaron Laura Prado y Nuriam Zaky de 17 años. Para Prado, colombiana, también era su primera vez presenciando los fuegos, puesto que lleva ocho meses en España. Y Nuriam, egipcia, vivía esta mágica noche por segunda vez en Avilés: «Yo llevo tres años, desde que me vine a este país, y pude alcanzar a verlos antes de la pandemia».

Tras finalizar el concierto de «Café Quijano», el público que se encontraba en la explanada del Centro Internacional Niemeyer se apresuró a coger sitio para disfrutar del espectáculo en el cielo y también en el agua. Y los hubo que anoche también estrenaron nuevo estatus para disfrutar de las fiestas. «Hemos venido desde Piedras Blancas para ver los fuegos», aseguraron Alex Ramírez, de 18 años y Sergio Suárez, de 19: «Solíamos venir con nuestros padres y ahora venimos con los amigos», afirmaron ambos, que desde bien pequeños han asistido todos los años que podían a disfrutar del espectáculo pirotécnico que habitualmente pone fin a la Semana Grande de Avilés.

«Es la primera vez que voy a ver los fuegos artificiales de San Agustín», aseguró minutos antes del inicio del espectáculo Jullieth Caballero, procedente de Colombia. «Apenas llevo un año en España», concretó la joven residente de Oviedo: «Ha venido mi familia a visitarme, así que hemos decidido pasarnos por las fiestas de Avilés, que me han dicho que están muy bien».

El adelanto de esta cita a la noche del sábado al domingo facilitó que aumentara considerablemente el ya numeroso público que tradicionalmente acude al espectáculo pirotécnico. A eso se sumó el primer pase de la orquesta «Assia» en La Exposición para dar paso, a las 22.00 horas, a la actuación de «Café Quijano» en el Niemeyer, para regresar a la verbena en La Exposición una vez finalizados los fuegos artificiales. Es decir, miles de personas circulando por las mismas calles y parques en el mismo periodo de tiempo. Así que las fuerzas de seguridad tuvieron que realizar algunas modificaciones sobre los protocolos de seguridad de ocasiones anteriores.

Público contemplado los fuegos con el Centro Niemeyer al fondo. MARA VILLAMUZA

El protocolo de seguridad

Más de 130 agentes de la Policía Local, la Policía Nacional y la Guardia Civil, tanto de uniforme como sin uniformar, se encargaron de la seguridad, a los que se sumaron varias decenas de personas pertenecientes a otras instituciones y empresas. El acceso al muelle del Centro Niemeyer, donde atracan los cruceros cuando llegan a la ciudad, se cerró al público ya a primera hora de la mañana, para que la empresa encargada del espectáculo pirotécnico pudiera montar en el muelle de San Agustín los 28 grupos en los que se distribuía la pólvora. El objetivo esta pasada madrugada era lograr un desplazamiento ordenado y fluido en la medida de lo posible, de las miles de personas que se iban a concentrar en el centro de la ciudad y evitar incidentes. A las 22.00 horas solo se permitía el acceso al Centro Niemeyer por el puente de San Sebastián y La Grapa, y a las 23.15 se cortó el tráfico en el entorno entre la plaza de los Oficios y la glorieta de la estación de autobuses, y en la avenida Conde Guadalhorce, y se suspendió el tráfico ferroviario.

Una vez finalizado el «show» pirotécnico, la clave estaba en desalojar el entorno de la ría con la máxima fluidez que fuera posible, aunque hubo momentos en que alguna persona se puso nerviosa por la tardanza. Poco después de la 01.00 horas ya prácticamente se había recuperado la normalidad y era una riada de personas las que caminaban hacia la pista de la Exposición para disfrutar de la verbena.

La concejala de Festejos, Yolanda Alonso, ya había mostrado por la mañana su agradecimiento a la ciudadanía por la elevada participación en las distintas actividades programadas desde hace más de un mes en la ciudad, sin que se registraran altercados.

El comisario jefe de la Policía Local, Rafael Rodríguez, se mostró prudente «porque en cuestiones de seguridad, lo que puede pasar nunca lo sabes al cien por cien». Pero señaló que, en las grandes fiestas, «cuanta más gente tenemos en la calle, no es precisamente la noche en la que más incidencias relevantes suceden». Al cierre de esta edición, se estaba cumpliendo.

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