Francisco Lago nació en Moscú y a los ocho años regresó a Asturias con sus padres, Nieves Cuesta y Ángel Lago, que fueron dos de los "Niños de la guerra" evacuados a la Unión Soviética tras el golpe de Estado de 1936. Sus abuelos son desaparecidos de la guerra civil, sus restos están en fosas comunes aún por determinar. La historia de Cuesta y Lago forma parte de la exposición "Dos patrias llevo conmigo", que reivindica la memoria de los 4.000 menores que salieron de España entre 1937 y 1938 rumbo a la antigua Rusia. La muestra, que incluye 28 paneles y fotos, puede verse en la Factoría Cultural.
El hijo de Ángel y Nieves, de Moreda y Ablaña, respectivamente, cuenta su historia: "Mi madre fue trasladada a Alicante a una familia de activistas comunistas y acabó en Leningrado, vivió en las ‘Casas de niños’, donde maestros españoles exiliados le inculcaron el cariño a España y donde estudiaba español, para no perder el idioma, también aprendía ruso... en 1941 llegó la Segunda Guerra Mundial y fue trasladada al Este y al Sur y en 1945 fue a Moscú".
Ángel embarcó desde el Musel el 23 de septiembre de 1937 con destino a Rusia. "Mi padre estaba en los campamentos de las colonias de Salinas, mi abuela iba a verle todas las semanas y sin embargo, no pudo despedirse", señala Francisco Lago. La relación entre Stalin y Franco tras la Segunda Guerra Mundial era tensa, y no hubo negociación para la repatriación. A la muerte del líder soviético y con la presión internacional y Cruz Roja "hubo un intercambio entre los presos de la División azul y los niños de la guerra", explica Lago, que regresó en 1957 pisó por primera vez España con ocho años. "En tres meses aprendí español y en seis olvidé el ruso", remarcó. A la vuelta, sus padres "estaban señalados": "Tenían que ir a Madrid, con el tiempo nos enteramos, a ser interrogados por la CIA".
Tatiana Velázquez Stavinova es rusa y viuda de Orlando Velázquez, un gijonés de La Calzada fallecido el pasado marzo a los 91 años y también "Niño de Rusia". Tatiana es, además, la presidenta de la asociación de "Niños de Rusia".
"Todo lo que está aquí representado –en referencia a la exposición– es la historia de mi marido", señala Velázquez Stavinova, que mantiene el apellido de su marido "con orgullo". Orlando y Tatiana se conocieron en Moscú. El asturiano tenía siete años cuando se embarcó en dirección a la URSS en 1937. Era huérfano, su madre había muerto y su padre, enfermó siendo miembro de la Brigada del tren blindado de Gijón, llegó al Hospitalillo de Somió "y no se sabe dónde está enterrado".
La pareja volvió y se asentó en Gijón en 1995. "Mi marido no imaginaba otro sitio donde vivir en España", remarca la viuda, acompañada por otros miembros de su asociación como el secretario, Luis Fernández, que es el único integrante del colectivo que no tiene antepasados "Niños de Rusia".
Tras este recorrido por las vidas de ambos familiares de niños forzosamente exiliados por las consecuencias de la guerra civil y un repaso por la exposición, la viceconsejera de Justicia del Gobierno de Asturias, Encarnación Vicente Suárez, destacó la necesidad de una didáctica para abordar todo lo sucedido en la guerra civil, sus causas y consecuencias. E indicó que aún está pendiente una señalización de los lugares de la memoria en la comarca y el estudio de fosas comunes.
La Alcaldesa, Mariví Monteserín, insistió en rescatar la memoria "de un desgarro absoluto" de 4.000 niños "llevados por un golpe de Estado y una dictadura a una situación tan terriblemente injusta". Y entre todos, los asistentes animaron a los jóvenes a conocer la historia de los "Niños de Rusia" "que es importante contar y contarla bien", como recalcó Monteserín.
Monteserín ve "dudas en algunas personas" del callejero para aplicar la ley de Memoria
La alcaldesa, Mariví Monteserín, defendió ayer que Avilés tiene mucho avanzado en la aplicación de la memoria democrática, tras el cambio del callejero en 1979 con la primera Corporación democrática con Manuel Ponga de Alcalde. Sin embargo, reconoció que aún "queda alguna duda con respecto a algunas personas".
Y puso de ejemplo a Sabino Álvarez Gendín que da nombre a una calle en La Magdalena y a Román Suárez Puerta, que es como se llama el estadio de fútbol.
Monteserín defendió en cualquier caso que de acuerdo a la memoria democrática "queda pensar mucho, analizar lo que pasó y por qué", además de "explicarlo y contarlo en los colegios". Sobre Gendín, que llegó a su nuevo cargo en 1937, un mes después del fusilamiento de su antecesor, el republicano Leopoldo García-Alas, señaló: "Fue rector de la Universidad pero no fue un chivato, no fue una persona que persiguiera o que denunciara, le tocó ser Rector, un funcionario de la época, cambiar una calle que afecta a tantísimas personas sin que halla detrás un expediente claro...".
El artículo 48 de la ley de memoria asturiana expone que la exhibición pública "como el callejero (...) realizados en conmemoración, exaltación, legitimación del franquismo será considerado contrario a la memoria democrática y a la dignidad de las víctimas".
Sobre Suárez Puerta, que entregó medallas a Franco como Alcalde, expresó: "(La retirada de su nombre) ha de estar muy documentada". "Hoy estamos con una historia desgarradora, no despistar con otros temas", concluyó para referirse a la muestra sobre los Niños de la guerra, exiliados a Rusia como consecuencia de la guerra civil.
