El joven empleado del hipermercado de Trasona que hace unos días devolvió a su dueño una bolsa olvidada en un carrito de la compra con 68.000 euros ha escrito, sin quererlo, el guión perfecto para una historia navideña. Su gesto brilla mucho más que la ornamentación callejera de estas fechas en una sociedad demasiado acostumbrada a la picaresca y al individualismo como medio de supervivencia y que, a menudo, cae en el cinismo de señalar a sus dirigentes por cometer tropelías generalizadas. Al margen de consideración moral alguna y sin caer en el optimismo antropológico que aseguraba profesar el expresidente Rodríguez Zapatero, este chaval de salario humilde hizo seguramente lo que tenía que hacer, pero no lo que todo el mundo habría hecho. Él prefiere permanecer en el anonimato por un pudor que le engrandece aún más. Al resto, nos queda admirar su honradez y preguntarnos cómo habríamos actuado en su lugar.